¡No tía, no es verdad que Trump hará un cabildo en El Cristo!
La desinformación es un fenómeno global que desestabiliza gobiernos, perturba sociedades y genera problemas de geopolítica a nivel mundial; pero que también divide familias y amigxs, confronta vecinos e incluso distorsiona nuestros valores y convicciones más personales. Para empezar a combatirla hay que empezar por entender sus efectos:
“Es fundamental cuidarnos de la desinformación por una simple y poderosa razón: nos quita libertad. Nuestras sociedades están tomando decisiones y acciones en base a mentiras fabricadas para manipularnos. No podemos creernos libres cuando nuestras decisiones están basadas en manipulación”, explica Stéphane M. Grueso, coordinador de Maldita.es, medio de comunicación español especializado en la lucha contra la desinformació
La libertad desaparece si nuestras acciones se toman en base a mentiras. Entender la desinformación y cómo trabaja con nuestro cerebro es lo primero para no caer en ella, luego hacen falta acciones concretas.
Colaboración: Rolando Aparicio V.
La desinformación es un fenómeno global que desestabiliza gobiernos, perturba sociedades y genera problemas de geopolítica a nivel mundial; pero que también divide familias y amigxs, confronta vecinos e incluso distorsiona nuestros valores y convicciones más personales. Para empezar a combatirla hay que empezar por entender sus efectos:
“Es fundamental cuidarnos de la desinformación por una simple y poderosa razón: nos quita libertad. Nuestras sociedades están tomando decisiones y acciones en base a mentiras fabricadas para manipularnos. No podemos creernos libres cuando nuestras decisiones están basadas en manipulación”, explica Stéphane M. Grueso, coordinador de Maldita.es, medio de comunicación español especializado en la lucha contra la desinformación.
La desinformación en internet es información errada que se difunde de manera irresponsable o malintencionada. Viene en formas burdas como memes o fotos trucadas, pero también tiene estructuras muy bien elaboradas: “Hay personas, empresas, burós, agencias, que se dedican a generar información falsa bajo la máscara de “gestoras de reputación digital”. Basta googlear esas palabras para verlas. Muchas de ellas manejan la imagen de políticos”, afirma Alejandro Canedo, asesor especialista en TIC’s (Tecnologías de la Información y Comunicación), con varios años de trabajo como asesor de la Cámara de Diputados y la alcaldía cruceña.
Es un error común pensar que este fenómeno no es en realidad tan grande y que no afecta a todo el mundo. Basta prestar atención a cualquier charla cotidiana (en especial de política) o ver alguna de las redes sociales que usamos a diario, para ver que sí están ahí y que su efecto multiplicador es masivo. Ese efecto de gota a gota va corroyendo nuestra razón y nuestro sentido de la verdad.
“Son muchos los usos que tienen las fake news pero siempre es en base a hacer masa y repetición”, explica Canedo y lanza una analogía: “Visualiza un cerebro donde todas las neuronas están conectadas compartiendo información. Dependiendo la actividad, la información va hacia ciertas zonas de este cerebro. Así funcionan las redes sociales, y hacer que la información vaya hacia ciertas zonas es la tarea de las fake news. Ya sea para desviar la atención de un lugar o para crear narrativas imaginarias o desprestigiar en otro”.
Los guerreros digitales de Evo Morales o las granjas de trolls made in Bolivia que investigó Bolivia Verifica son solo algunos de los hechos sistemáticos de violencia de los grupos de poder, contra la ciudadanía, mediante desinformación. Esto sin hablar de la tremenda paliza de desinformación a la que estamos siendo sometidos los bolivianos después de un periodo electoral de casi dos años (y que todavía no termina).
Lo más complejo es que, en todos los casos, la participación voluntaria de la ciudadanía se hace indispensable y es esa misma participación la que hace peligrosa a la desinformación. Las mismas personas se vuelven el medio por el que la desinformación llega hasta la intimidad de cada hogar. Esto no es porque la gente tenga la intención de hacer daño, pero sí porque actúa de manera irresponsable frente a un problema mundial cuyas consecuencias son sociedades más polarizadas, odiadoras y manipulables.
Mi verdad, mi lucha
“En mis redes sociales encuentro ‘mi verdad’. La que me conviene. Hace mucho dejamos de buscar la verdad y nos la pasamos persiguiendo eso que confirma nuestra opinión”, explica Pablo Rivero, experto en comunicación política y nuevas tecnologías.
Esto es algo normal en seres sociales como los humanos. Es un impulso que la psiquis hace de manera intuitiva. Tanto Facebook, como las empresas y políticos a las que este le vende sus servicios, lo saben y lo usan.
La homofilia social es un concepto que significa literalmente “el amor a lo similar”. En los años 50’s, los sociólogos Paul Lazarsfeld y Robert Merton, utilizaron este concepto para explicar la tendencia que tenemos los humanos a comunicarnos más con las personas que tienen un pensamiento similar.
Cuando la homofilia se exagera se generan sesgos cognitivos a través de efectos como la cámara de eco o las burbujas de opinión (texto sobre Ilusiones y sesgos cognitivos). Para resumirlo en criollo: cuando solo hablamos con quien nos da la razón, nuestro cerebro pierde la capacidad de reflexión, autocrítica o pensamiento individual y se dedica a buscar más y más opiniones similares, incluso hasta el límite de limitarnos la capacidad de ver la realidad.
Las redes sociales crean esa necesidad de constante reforzamiento en nuestro pensamiento y luego nos administran pequeñas dosis a través de un un algoritmo diseñado para, no solo afirmar lo que queremos pensar, sino también para confirmar lo equivocados que están quienes piensan diferente. Al fin y al cabo, no hay mejor forma de hacernos compartir y reaccionar en masa (que es lo que Facebook vende) que la creación de un enemigo común.
Cómo no ser un/x viejx chismosx 2.0
Estas son algunas claves para evitar ser un propagador de desinformación e intentar evitar que este fenómeno. Lee, pon en práctica y pasa la voz.
Hora de hacer una dieta informativa
El escritor y sociólogo Alvin Toffler, en su libro de 1970, El Shock del Futuro, creó un concepto que está teniendo mucha relevancia en la última era: la infobesidad. Vivimos consumiendo información de manera desmedida y padeciendo una especie de adicción maníaca que nos lleva a pensar que cada minuto puede haber algo que necesitamos saber con urgencia.
Santiago Bilinkis, argentino empresario tecnológico, vemos el celular 130 veces por día, lo que significa un promedio de una vez cada seis minutos mientras estamos despiertos. Bilinkis y muchos expertos urgen a la población frenar esta mala costumbre.
Así como la comida, es necesario ponerse horas para consumir información. Y siguiendo con el ejemplo de la alimentación, es muy importante ser selectivo con lo que consumimos. Así como no se puede vivir de papas fritas y golosinas, tampoco se puede vivir comprendiendo el mundo mediante redes sociales.
No comprar gato por liebre
“Las redes sociales son negocios digitales –describe Rivero-. Facebook (dueña también de Instagram y WhatsApp) es la empresa con mayor penetración en los hogares del planeta tierra y no fue elaborado para buscar la unión y felicidad de la humanidad, fue desarrollada y es manejada bajo una lógica: la de vender”.
Cabe preguntarse ¿Por qué alguien lleva a cabo el titánico esfuerzo de desarrollar y mantener estas plataformas digitales y luego no cobrar por su uso? “Nada en el mundo de las empresas es gratis”, responde Rivero. “El negocio de Facebook es tomar nuestra atención y nuestros datos y luego venderlos en base a un sistema de ultra segmentación. Facebook es una negocio global, y como tal, no pierde ninguna oportunidad, es por eso que vende sus servicios a empresas, pero también a políticos, en los países ricos del norte, pero también en Bolivia”, desglosa Rivero.
Los grandes grupos de poder han comprendido que la información es un doble negocio: la información es en sí una mercancía; pero también es el medio para vendernos realidades, discursos e ideas. Es importante tener la guardia atenta al recorrer estos negocios digitales llamados redes sociales.
No navegues sin un ancla
Todos tenemos sesgos cognitivos, todos somos seres sociales que buscamos juntarnos con quienes estamos de acuerdo. Sé consciente y rompe esos patrones: “Busca información y personas que cuestionen tus ideas con argumentos. Busca debates y escucha opiniones diversas”, anima Rivero.
Busca tu ancla. Busca lugares donde encuentres datos verificados, debates, posturas diversas y que te entreguen información confirmada. Forma tu selecto grupo de personas, medios de comunicación o instituciones (¡que no sean todas de la misma línea de pensamiento!) y úsalos como tus anclas o guías para buscar información.
Las redes sociales no son lugares de información confiable. A lo sumo, pueden ser lugares donde encontrar algún indicio de una noticia (un video que alguien sube, una foto), pero en ningún caso son una fuente final de información. Puedes usar las redes sociales para encontrar información que verificarás en tu núcleo de medios anclas, confiables.
Basta de chisme. Hay que eliminar eso de “comparto porque quiero ayudar, pero no sé si es verdad”. Eso te convierte en un chismoso digital. Una persona que pasa lo que escucha sin creer que la verdad es importante, está siendo parte activa del perjuicio que ocasiona la desinformación a toda la sociedad.