¿El agua salada  de las playas y el cloro usado en piscinas podrán detener al COVID-19?

Foto ilustrativa. Biocentro Guembé 

La posibilidad de que veranear en playas o piscinas sea un posible sitio libre de contagio de coronavirus entusiasma a más de uno al otro lado del hemisferio. En Bolivia recién estamos por ingresar al invierno; sin embargo, esta es una información que nos resultará útil luego de los meses más fríos. 

Bañarse en ríos, lagunas, piscinas y aguas termales es una práctica extendida en muchas zonas del territorio boliviano pero, ¿es recomendable hacerlo en medio de la pandemia?

El portal web español del “Canal Sur Radio y Televisión” publicó, el 8 de mayo de 2020, una entrevista realizada a Joan Grimalt, director del Centro de Investigación y Desarrollo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), quien afirmó que bañarse en las playas y las piscinas es seguro porque “la sal y el nivel de cloro que tienen las piscinas, destruyen al virus”. 

Grimalt formó parte de un equipo de investigadores quienes elaboraron un informe especializado sobre “transmisión del SARS-COV-2 en playas y piscinas”. El texto fue publicado el 5 de mayo de este año y contó con seis especialistas: Ana Allende Prieto (Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura), Alicia de Andrés Miguel (Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid), Antonio Figueras Huerta (Instituto de Investigaciones Marinas), Joan Grimalt Obrador (Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua), Carlos Prieto de Castro (Área global MATERIA, Vicepresidencia Adjunta de áreas Científico-Técnicas) y Gloria Sánchez Moragas (Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos).

Si bien el texto es ilustrativo, no conclusivo. No hay aún suficiente investigación relacionada con el coronavirus y su relación con espacios acuáticos. Los especialistas deducen ciertas conclusiones, basados en lo que se sabe hasta el momento del SARS-COV-2 y el bagaje que se tiene del comportamiento de otros virus.

Entre lo más importante, mencionan que el riesgo de contagio en estos espacios no se deba al agua sino a la aglomeración de personas en la piscina o la playa.

En agua de ríos, lagos, pozas aguas remansadas de agua dulce y no tratada puede ser superior el riesgo de permanencia del virus que, en piscinas y agua salada. El informe indica que “aunque actualmente no existen datos de la persistencia del SARS-CoV-2 en agua de mar, el efecto de dilución, así como la presencia de sal, son factores que probablemente contribuyan a una disminución de la carga viral y a su inactivación por analogía a lo que sucede con virus similares.”

En el caso de las piscinas, la utilización del cloro debería ser suficiente para exterminar el virus. “En piscinas y spa, en dónde el uso de agentes desinfectantes está ampliamente implantado con el fin de evitar la contaminación microbiana de las aguas por la afluencia de usuarios, la concentración residual del agente de desinfección presente en el agua debería ser suficiente para la inactivación del virus”, dice el informe.

La bioquímica Valeria Arancibia, en contacto con Bolivia Verifica, explica que efectivamente es poco probable el contagio en piscinas debido a la concentración de cloro, el cual normalmente suelen estar entre 1 y 2 miligramos por litro. “Cuando ya hay cloro de por sí la envoltura del virus se deshace y esto hace que muera. Por otro lado, en caso de que tenga contacto el virus en el agua, hasta que llegue a la mucosa de otra persona, ya se ha muerto debido a la dilución.” 

Justamente esto, además de la sal y el cloro, es señalado por los especialistas: el “efecto dilución”. Es decir, el virus se disemina en el agua y esto rebaja su poder de infección.

“Para infectarse, una persona necesita estar expuesta a un número mínimo de partículas virales“, dice Bruce Ribner, director médico de la Unidad de Enfermedades Transmisibles Graves del Hospital de la Universidad Emory, en una entrevista concedida a la BBC. “Cualquier secreción que vaya al agua, como por un estornudo o tos, se diluirá rápidamente”, agrega Ribner.

Por tanto, si bien parece no ser peligroso meterse a una piscina, el riesgo no está en el agua sino en el contacto de persona a persona que podría darse en caso de aglomeración.

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