El consumo de dióxido de cloro no previene el contagio de COVID-19
El columnista y miembro del Colectivo Urbano por el Cambio de Cochabamba (Cueca), Rafael Puente, asegura en diferentes artículos de opinión que el consumo del dióxido de cloro (CDS) puede «prevenir» el contagio de la COVID-19, cuyo discurso se apoya principalmente en la Ley 1351 que autoriza su comercialización en el país y en declaraciones del alemán Andreas Kalcker, principal impulsor de este producto en el mundo. Tras hacer un análisis de sus dichos, se puede constatar que este discurso es falso.
El columnista y miembro del Colectivo Urbano por el Cambio, Rafael Puente, asegura que el CDS sirve como un «tratamiento» para prevenir el contagio de coronavirus si se acompaña con una buena alimentación
Por Marcelo Blanco y Jesús Vargas Villena
El columnista y miembro del Colectivo Urbano por el Cambio de Cochabamba (Cueca), Rafael Puente, asegura en diferentes artículos de opinión que el consumo del dióxido de cloro (CDS) puede «prevenir» el contagio de la COVID-19, cuyo discurso se apoya principalmente en la Ley 1351 que autoriza su comercialización en el país y en declaraciones del alemán Andreas Kalcker, principal impulsor de este producto en el mundo. Tras hacer un análisis de sus dichos, se puede constatar que este discurso es falso.
Para esta verificación se identificaron dos artículos de Rafael Puente donde menciona este tema, publicados en la sección de Opinión de Página Siete el 9 de julio de 2021 y el 14 de enero de 2022.
En el primero expresa su postura de estar en contra de la vacuna y en el segundo, su rechazo a la inmunización a niños y la exigencia del carnet de vacunación.
Se apoya en un estudio realizado por la Universidad de Oxford y las palabras de un analista británico de nombre Anthony Webber, quien refiere que las vacunas hoy son «experimentales».
Como alternativa para enfrentar al virus, él aconseja injerir dióxido de cloro, apoyándose en las declaraciones del alemán Andreas Kalcker.
En su segundo artículo dijo puntualmente lo siguiente:
«Por tanto, lo que sí parece aconsejable es prevenir el mal por la vía alimentaria y por el consumo preventivo de dióxido de cloro (que además es barato)».
Desde la redacción de Bolivia Verifica se contactó con Rafael Puente para saber los sustentos científicos que tiene para realizar estas aseveraciones, cuya respuesta es la siguiente:
«Hay toda una ley al respecto (Ley 1351), una ley del Estado que explica. Es una sustancia sumamente positiva para limpiar el organismo y prevenir males. Lo que pasa es que el que la ha difundió mundialmente siempre se ha negado a patentarla y a que se convierta en remedio farmacéutico, por lo tanto, negocio para farmacias».
El columnista también resaltó el «bajo costo» de este producto siendo comparado con las vacunas, pese a que la inmunización contra la COVID-19 en el país es gratuita.
«Gracias a eso sigue siendo muy barato, muy accesible y tontamente la consciencia popular piensa que lo que es barato no es serio. En este caso, es totalmente serio, garantizado y está comprobado. No es cuestión solo de tomar dióxido de cloro, debe ir acompañado de una alimentación sana que no sea llena de ácidos. El hombre que la difundió a nivel mundial es Andreas Kalcker. Hay videos… información más que abundante».
Con estas declaraciones, se le informó que el Ministerio de Salud advirtió que «no hay base científica» sobre uso de dióxido de cloro contra COVID-19.
Sobre el particular respondió lo siguiente:
«El Ministerio de Salud realmente y desgraciadamente tiene muy poca autoridad. El Ministerio de Salud está cometiendo error tras error. No se sabe si es por ignorancia o por negocio con cierto tipo de farmacias, pero está totalmente legalizado venderse en todo el país. Entonces, el uso del CDS está comprobado que no es que sea mágico, no es que uno puede darse el lujo de comer lo que le dé la gana, alimentarse mal y con CDS curarse todos los inconvenientes».
El columnista siguió defendiendo el consumo de este producto, al asegurar que es especialmente «preventivo» y «no curativo».
«Pero si va acompañado de una vida suficientemente sana, es perfectamente preventivo. O sea, si uno está ya con el mal encima, nadie le garantiza que el CDS lo cure, pero es preventivo, para no llegar a contraer el mal».
Puente aseguró que se toma a diario una dosis de diez gotas de dióxido de cloro en un litro de agua.
El columnista agregó que enviará la documentación que sustenta los beneficios del citado producto.
Hasta la publicación de esta nota, no se recibió ningún documento. Se buscó alguna información que respalde este «tratamiento», pero ninguna instancia de salud lo avala.
A continuación, se expondrá la información que se encontró respecto a las teorías de Rafael Puente.
Sí existe una ley, pero el CDS no cuenta con registro sanitario
Uno de los respaldos que utiliza Rafael Puente es la Ley 1351 que fue promulgada en octubre de 2020. La normativa da autorización en el país de la comercialización y elaboración del dióxido de cloro como tratamiento para pacientes con COVID-19.
Aunque la normativa sigue vigente, el Ministerio de Salud, antes de promulgarse la ley, publicó comunicados en los que advertía que su consumo es «riesgoso» para la salud.
Esta instancia emitió en junio de 2020 un informe detallando los efectos adversos de injerir CDS.
Si bien existe en el país una ley que avala el consumo de dióxido de cloro, como argumenta Rafael Puente, este producto no puede ser comercializado ni distribuido como un remedio, pues no cuenta con registro sanitario, así lo confirmó la Agencia Estatal de Medicamentos y Tecnologías en Salud (Agemed).
“El clorito de sodio o dióxido de cloro, producto denominado como ‘solución mineral milagrosa’, no corresponde a un medicamento y no cuenta con registro sanitario otorgado por Agemed que respalde su seguridad, calidad y eficacia para sanar la COVID-19. Por lo tanto, su elaboración, importación, distribución, comercialización y uso en nuestro territorio es ilegal”, señala un comunicado institucional de junio de 2021.
La determinación de Agemed, es porque este producto pone en «grave riesgo» la salud de la población que lo consume o pretende hacerlo.
De acuerdo con el comunicado de Agemed, el dióxido de cloro no está reconocido como medicamento por ninguna agencia sanitaria a nivel internacional, no se encuentra incluido en norma farmacológica y a la fecha «no existe ninguna solicitud de registro sanitario».
Agemed es la instancia dependiente del Ministerio de Salud encargada de regular la fabricación, elaboración, importación, comercialización, calidad, registro, selección, adquisición, distribución, prescripción y dispensación de medicamentos de uso humano, así como de medicamentos especiales, biológicos, vacunas, hemoderivados, alimentos de uso médico, cosméticos, productos odontológicos, dispositivos médicos, productos homeopáticos y productos medicinales naturales como tradicionales.
Las políticas de esta agencia se sustentan en la Ley 1737 del medicamento como en los decretos supremos 25235 y 26873 del Sistema Nacional Único de Suministro.
El medio de comunicación internacional Vice News publicó en 2021 un reportaje sobre el consumo del dióxido de cloro en Bolivia, tomando en cuenta que es el único país donde se aprobó una ley a su favor.
El dióxido de cloro no es un tratamiento preventivo contra la COVID-19
Rafael Puente insiste que el dióxido de cloro es un producto que ayuda en la «prevención» contra el coronavirus, pero los organismos de salud contradicen esta teoría.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha emitido una advertencia contra el uso de productos de cloro como tratamientos para COVID-19.
«La OPS no recomienda utilizar productos a base de dióxido de cloro o clorito de sodio por vía oral o parenteral (intravenosa, intraarterial, intramuscular y subcutánea) en pacientes con sospecha o diagnóstico de COVID-19, ni en ningún otro caso, porque no hay evidencia sobre su eficacia y la ingesta o inhalación de estos productos podría ocasionar graves efectos adversos», afirma un documento publicado por esta instancia.
La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés),ha advertido previamente a los consumidores que no compren o tomen productos de dióxido de cloro que se venden en línea como tratamientos médicos, porque la agencia no tiene conocimiento de ninguna evidencia científica que apoye su seguridad o eficacia, y presentan riesgos «considerables» a la salud de los pacientes.
«La venta de estos productos puede poner en peligro la salud de una persona y retrasar el tratamiento médico apropiado”, dice uno de los comunicados de la FDA para advertir de la oferta fraudulenta de este producto en ese país como parte de un supuesto tratamiento contra la COVID-19.
En una anterior entrevista con el científico boliviano de formación en investigación clínica, básica y medicina transnacional en la Universidad de Harvard, Omar Gandarilla Cuéllar, dijo que en el tema del dióxido de cloro no existe un estudio serio que sustente su consumo para la prevención o tratamiento contra la COVID-19.
El científico boliviano indicó que el último estudio presentado a favor del consumo del dióxido de cloro, solo mostraba imágenes de los libros del gurú de este producto, el alemán Andreas Kalcker. “Sería bueno que en lugar de publicar fotos de un libro, lo hagan con datos”, dijo el médico a Bolivia Verifica.
¿Quién es Andreas Kalcker?
Es un alemán radicado en Suiza que se presenta como “investigador en biofísica y terapias alternativas”, que promueve a nivel mundial el consumo de dióxido de cloro como supuesto remedio para curar o prevenir enfermedades.
Parte de los artículos de Rafael Puente se basan en los postulados del alemán Kalcker.
Una investigación de la verificadora Chequeado Argentina indica que Andreas Ludwig Kalcker se autodefine como “investigador biofísico”.
Su título fue “acreditado” en 2008 como “doctor de Filosofía en Medicina Alternativa y Biofísica Natural” por la Open University of Advanced Sciences, una universidad naturista acusada de vender títulos por internet -con domicilio en Barcelona-España y con domicilio fiscal en Miami, Estados Unidos- que se desliga en su página web de Kalcker y aclara que “no mantiene ningún tipo de vínculo con la Iglesia Génesis II, ni tampoco aboga por el uso médico o terapéutico del MMS» o dióxido de cloro.
Además, la aclaratoria de esta universidad indica que los títulos honoríficos que en su día les otorgó el anterior director, Pedro Carrasco, «no tienen actualmente más que un valor simbólico», como es el caso del entregado a Kalcker.
Andreas Kalcker fue detenido en 2012 por la Guardia Civil española por un supuesto delito contra la salud pública, mientras impartía en Ibiza otra de sus charlas para promocionar y vender este producto. También afronta procesos penales en Argentina por delitos de salud pública.
Kalcker está imputado en Argentina por adulterar “sustancias alimenticias o medicinales, destinadas al uso público o al consumo de una colectividad de personas”, y “vender medicamentos o mercaderías peligrosas para la salud, disimulando su carácter nocivo”, cita el documento de la Fiscalía de ese país.
Estudio de la Universidad de Oxford no dice que las vacunas provocan más casos de miocarditis
Según Rafael Puente, un estudio científico de la Universidad de Oxford ha «comprobado» que personas vacunadas con las modalidades “Pfizer” y “Moderna” han sufrido a continuación trombosis, miocarditis y derrame cerebral en un número de casos «100 veces más de lo normal». Sin embargo esta afirmación no es real, pues no refleja los resultados de ese trabajo de investigación.
El estudio encabezado por investigadores de la Universidad de Oxford-Inglaterra fue publicado el 27 de agosto de 2021 en la revista científica British Medical Journal.
Contrario a lo que dice Puente, el estudio indica que la COVID-19 aumenta el riesgo de miocarditis «mucho más que la vacunación».
«Estimamos entre 1 y 10 eventos adicionales de miocarditis en 1 millón de personas vacunadas con una primera o segunda dosis, pero 40 casos adicionales en 1 millón de personas infectadas con COVID-19», dijo la profesora de Oxford y líder del estudio, Julia Hippisley-Cox a la agencia de noticias Reuters.
Los resultados del estudio indican que los riesgos de la mayoría de estos eventos fueron sustancialmente «más altos y más prolongados» después de la infección por SARS-CoV-2 que después de la vacunación en la misma población.
Dicha investigación fue realizada a más de 29 millones de personas.
Puente también cita al analista Anthony Webber de la cadena televisiva RT, quien sostiene dos afirmaciones falsas: “las vacunas son experimentales y muchos efectos adversos aparecerían en uno o dos meses” y “no existen informes de las personas que fallecieron tras recibir las vacunas”.
En anteriores chequeos se demostró que todas las vacunas contra la COVID-19 avaladas fueron sometidas a rigurosas pruebas a lo largo de las distintas fases de ensayos clínicos.
Las vacunas avaladas contra la COVID-19 pasaron por tres fases de prueba para constatar su seguridad y efectividad, según especifica la OMS.
También se debe aclarar que si bien Rafael Puente resalta el bajo costo del dióxido de cloro, las vacunas contra la COVID-19 en todo el país son gratuitas.
Por todo lo expuesto, no hay evidencia científica donde se demuestre que el dióxido de cloro sirva para prevenir el contagio de la COVID-19, ni sustento alguno respecto a las afirmaciones que efectúa Rafael Puente en contra de las vacunas. Más al contrario, el consumo de CDS puede ser peligroso para la salud.
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