¿Qué dijo Putin? Cuatro momentos en la evolución del discurso ante el conflicto con Ucrania

Juan Marcelo Columba Fernández/ Lingüista

Hacia finales del mes de febrero de 2022, la política exterior rusa cobró notoriedad global cuando Vladimir Putin anunció el inicio de una “operación militar especial” en Ucrania. Desde entonces hasta la última semana de marzo, el jefe de Estado ruso ha venido produciendo una serie discursos y mensajes presidenciales (traducidos al inglés y accesibles, no con poca dificultad, en el sitio http://www.en.kremlin.ru) que establecen la posición oficial de su gobierno en torno al conflicto armado. Una rápida mirada estadística al vocabulario de este conjunto de discursos presidenciales permite, en un contexto de notorios sesgos informativos, brindar algunas coordenadas para la interpretación de la comunicación política rusa, señalando los principales temas puestos en relieve en relación a la evolución del conflicto bélico.

Palabras sobrerrepresentadas en los discursos presidenciales rusos, por semanas.

En este marco, los discursos presidenciales de las dos primeras semanas se caracterizan fundamentalmente por el empleo de un vocabulario relacionado con distintos actores sociales e institucionales involucrados en la contienda bélica. Así, vocablos como “soldados”, “oficiales”, “militares”, “mujeres”, entre otros, se encuentran especialmente empleados en los discursos presidenciales al inicio del conflicto; aspecto que se puede observar en los siguientes fragmentos traducidos al español:

“Queridos compatriotas, estoy seguro de que los leales soldados y oficiales de las Fuerzas Armadas de Rusia cumplirán su deber con profesionalismo y valentía” (24/02/22). “Al lograr sus objetivos de proteger a nuestra gente en Donbass y brindar seguridad a nuestra Patria, los soldados y oficiales rusos están actuando con valentía, como verdaderos héroes […] nuestros hombres y oficiales están luchando en Ucrania por Rusia, por una vida pacífica para los ciudadanos de Donbass y por la desnazificación y desmilitarización de Ucrania, para que ninguna anti-Rusia, que Occidente ha estado creando durante años justo en nuestra frontera, pueda amenazarnos […]. Nuestros militares están luchando duro, entendiendo completamente la justicia de su causa. Los soldados y oficiales permanecen en sus puestos incluso después de haber sido heridos. Se sacrifican a sí mismos, sacrifican sus vidas, para salvar a sus compañeros soldados y civiles. Nuestros militares y la milicia de Donbass realmente están mostrando un heroísmo masivo” (03/03/22). “Tenemos palabras especiales de respeto para nuestras mujeres, quienes están cumpliendo con su deber en las Fuerzas Armadas de Rusia. Gracias por su lealtad a la Patria. […] Me gustaría agradecer a todas las mujeres: doctoras, paramédicas, enfermeras médicas, todas aquellas que están salvando vidas y cuidando a los pacientes para que recuperen la salud en las zonas rojas, como parte de los equipos de emergencia, en hospitales y clínicas ambulatorias.” (08/03/22).                       

Como puede entreverse en los fragmentos precedentes, las figuraciones en el discurso presidencial tienen relación, por una parte, con el elogio del heroísmo, patriotismo, lealtad y servicio de los ciudadanos rusos que participan en la operación militar. Por otra parte, en los primeros discursos presidenciales están especialmente presentes menciones de organismos internacionales como la “OTAN” (Organización del Tratado del Atlántico Norte), que son representados en actitud amenazante hacia el pueblo ruso ante la posibilidad de una expansión militar occidental hacia sus fronteras, el apoyo a grupos nacionalistas de extrema derecha en Ucrania y las consecuencias que implicaría una adhesión plena de este país como miembro de la OTAN:

“[…] en los últimos días, los líderes de la OTAN han sido contundentes en sus declaraciones de que necesitan acelerar e intensificar los esfuerzos para acercar la infraestructura de la alianza a las fronteras de Rusia […] los principales países de la OTAN están apoyando a los nacionalistas de extrema derecha y a los neonazis en Ucrania, aquellos que nunca perdonarán a la gente de Crimea y Sebastopol por elegir libremente reunirse con Rusia” (24/02/22). “[…] altos funcionarios de los principales países de la OTAN están realizando declaraciones agresivas dirigidas a nuestro país” (27/02/22). “[…] se ha vuelto a hablar de admitir a Ucrania en la OTAN. […] Si Ucrania es un país de la OTAN, entonces, de acuerdo con el Tratado del Atlántico Norte, todos los demás miembros deben apoyar a ese país en caso de conflicto militar […] y tendremos que luchar contra toda la organización de la OTAN” (05/03/22).

La evolución discursiva, a partir de la segunda semana de marzo, se caracterizó por un uso inhabitualmente frecuente de vocablos como “sanción”, “mercado”, “presupuesto”, “recursos”, “negocios”, entre otros, que remiten al ámbito económico pero, fundamentalmente, a la condena del gobierno ruso en relación a las represalias financieras y mercantiles que los países de occidente han asumido contra Rusia y la estrategia gubernamental para enfrentarlas:

“Con respecto a los países que están dando pasos hostiles hacia nuestro país y nuestra economía, somos muy conscientes de que están llamando a sus ciudadanos a apretarse el cinturón, a vestirse más abrigados y están señalando las sanciones que nos están imponiendo como la razón del deterioro de la situación en sus respectivos países” (10/03/22). “Para Occidente, nuestra operación militar en Ucrania es solo un pretexto para imponernos más sanciones. […] Están utilizando las sanciones económicas, financieras, comerciales y de otro tipo contra Rusia como armas, pero estas sanciones han fracasado en Europa y en los Estados Unidos, donde los precios de la gasolina, la energía y los alimentos se han disparado, y los empleos en las industrias asociadas con Rusia han parado. […] Reforzaremos nuestra soberanía en ciencia y tecnología, asignaremos recursos adicionales para apoyar la agricultura, la industria de procesamiento, la infraestructura y la vivienda. […] nuestra economía, el presupuesto estatal y el sector privado cuentan con los recursos necesarios para hacer frente a tareas en el largo plazo. […] debemos responder a las presiones externas con la máxima libertad empresarial y con el apoyo a la iniciativa empresarial” (16/03/22). “Es necesario aprovechar estas oportunidades y apoyar las iniciativas empresariales” (17/03/22). “[…] nuestros consumidores extranjeros deben tener la oportunidad de realizar las transacciones necesarias […] incluida la compra de rublos rusos en nuestro mercado de divisas nacional” (23/03/22).

Asimismo, otros vocablos como “cultura”, “libros”, “deporte”, “atletas”, empleados singularmente hacia finales de marzo, remiten a las repercusiones del conflicto armado en los ámbitos cultural y deportivo, evocando una actitud de censura y de cancelación cultural que sería promovida por las potencias occidentales contra Rusia:

“[…] los Juegos [olímpicos] son una competencia entre atletas, no entre estados. El colmo del cinismo fue la suspensión de los atletas rusos y bielorrusos de los Juegos Paralímpicos de Beijing. No fueron solo atletas inocentes sino también atletas paralímpicos los que sufrieron, personas que no se desanimaron sino que superaron las pruebas más difíciles de la vida, personas que son dignas de todo el apoyo y admiración posibles, aquellos que, con su ejemplo, dan esperanza a millones, haciendo que la gente crea en sí misma y en su fuerza” (18/03/22). “Magnífica e inagotable, nuestra cultura refleja toda la diversidad del legado espiritual e histórico y las tradiciones de nuestro país multiétnico. […] La cultura rusa ha hecho una contribución invaluable al desarrollo de la civilización mundial. […] Hoy, están tratando de cancelar todo un país milenario, nuestro pueblo. […] Baste mencionar la noción de la ‘cultura de la cancelación’, que generalmente se refiere al ostracismo público, al boicot, y en ocasiones a la retención, incluso al olvido, de ciertos hechos evidentes, libros, nombres de personajes públicos históricos y modernos, escritores o cualquier persona que no encaje en patrones modernos […]. Me refiero a la creciente discriminación contra todo lo relacionado con Rusia, a la tendencia que está ganando impulso en varios estados occidentales. […] Esta notoria cultura de la cancelación se ha convertido en la cancelación de la cultura” (25/03/22).

Finalmente, la evocación de “Crimea” y “Sebastopol”, expresadas durante la conmemoración del Día de la Reunificación de Crimea, destaca la relevancia actual de la anexión de la región a la Federación Rusa; territorio que se encontraba previamente bajo administración ucraniana. Esta última es representada cuestionablemente por su afinidad con las potencias occidentales y deslegitimada en su accionar en relación al referéndum sobre el estatus político de la península en 2014:  

“Debo señalar que, alentada por los Estados Unidos y otros países occidentales, Ucrania se estaba preparando deliberadamente para un escenario de fuerza, una masacre y una limpieza étnica en Donbass. Un ataque masivo en Donbass y luego en Crimea era solo cuestión de tiempo” (16/03/22). “[…] en las difíciles semanas de febrero a marzo de 2014, los residentes de Crimea y Sebastopol demostraron coraje y patriotismo y formaron un muro contra los neonazis y radicales, quienes dieron un golpe de Estado en Kiev” (17/03/22). “En nuestra tierra, unidos por un destino común. Esto es lo que la gente de Crimea y Sebastopol deben haber estado pensando cuando acudieron al referéndum el 18 de marzo de 2014. […] Rusia ha hecho mucho para ayudar a crecer a Crimea y Sebastopol […] los residentes de Crimea y Sebastopol tomaron la decisión correcta cuando levantaron una firme barrera contra los neonazis y los ultranacionalistas” (18/03/22).

La mirada precedente al vocabulario de los discursos presidenciales nos permite comprender algunos elementos cardinales de la perspectiva gubernamental rusa en torno al conflicto armado con Ucrania. Las coordenadas interpretativas relativas a los actores y las acciones realizadas desde el inicio de las hostilidades, además de la evocación de medidas económicas y culturales asumidas contra Rusia, conforman pautas que permiten una mejor comprensión, desde la distancia geográfica y vivencial, de uno de los conflictos de mayor relevancia actual en el contexto internacional.

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