No es verdad que el dióxido de cloro o la ivermectina contengan el coronavirus
El vocero de Gobierno dijo que se incluirán ambos productos en el protocolo contra la pandemia. Sin embargo, no hay evidencia sobre sus efectos contra el coronavirus ni como método de prevención de la COVID-19
El vocero de Gobierno dijo que se incluirán ambos productos en el protocolo contra la pandemia. Sin embargo, no hay evidencia sobre sus efectos contra el coronavirus ni como método de prevención de la COVID-19
ACTUALIZADO: 08/01/2020
El vocero presidencial, Jorge Richter aseguró que tanto la ivermectina como el dióxido de cloro serán utilizados para “contener” el coronavirus. En contacto telefónico con Bolivia Verifica señaló que en realidad son medidas adoptadas para “prevenir” la COVID 19. No obstante, no hay evidencia científica que avale a estos dos elementos como una medida preventiva ni de contención por lo cual se califica esta declaración como falsa.
“El presidente ha decidido sumar al país en esta misma lógica de la utilización de la ivermectina, del dióxido de cloro como medidas de contención que hoy en día ya están probadas en algunos lugares como en Santa Cruz pero que también están siendo utilizadas por el conjunto de la población para esto se van a establecer rápidamente los protocolos de su utilización”, señaló Richter en conferencia de prensa luego de la reunión con los alcaldes.
Consultado sobre esta decisión vía telefónica por Bolivia Verifica, Richter señaló que no usó el término “contención” sino “prevención”. Es decir, aseguró que la ivermectina y el dióxido de cloro serán usados para prevenir el contagio de coronavirus, pese a que no existe evidencia científica que pruebe su eficacia.
El vocero remarcó que “en los próximos días se van a conocer los protocolos donde se establecerán los elementos médicos y se dará difusión oficial del uso de ivermectina y dióxido de cloro”.
¿Qué es lo que se sabe hasta ahora de la ivermectina y el dióxido de cloro?
Si bien ambos elementos son utilizados por la población boliviana, en muchos casos sin supervisión médica, no hay aval de la Organización Mundial de la Salud para su uso contra el coronavirus ni como un tratamiento de “prevención”. Al contrario, se desaconseja su consumo.
La ivermectina es un fármaco antiparasitario de amplio espectro que se utiliza tanto en veterinaria como en medicina humana. Fue descubierto a mediados de la década de los setenta y comercializado para uso animal con el nombre de lvomec a comienzos de los ochenta. En 1985 los franceses demostraron su utilidad para tratar la oncocercosis en el África.
Según el sitio web español “El Mundo”, en su publicación del 3 de abril de 2020, un grupo de científicos australianos demostró que la COVID-19 puede ser eliminada “in vitro”, por la “Ivermectina” en 48 horas. “In vitro”, quiere decir que las pruebas se realizaron dentro de un cristal, en un laboratorio y no en pacientes humanos.
A partir de ello, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) compiló una base de datos de evidencia de posibles terapias para la COVID-19, para la cual se realizó una revisión rápida de todos los estudios humanos in vitro (laboratorio) e in vivo (clínicos) de COVID-19 publicados de enero a mayo del 2020. Esta revisión concluyó que los estudios sobre ivermectina presentan un riesgo elevado de sesgo, muy poca certeza de la evidencia y que las pruebas existentes son insuficientes para llegar a una conclusión sobre sus beneficios y sus daños.
Desde entonces, si bien aún no hay ninguna publicación científica que cuente con el respaldo de la OMS y que evidencie la efectividad del uso de la ivermectina para “tratar y prevenir” el coronavirus, recientemente un ensayo clínico argentino demostró la respuesta antiviral en etapas tempranas. El proyecto contó con la aprobación de la Anmat, aunque el organismo estatal argentino debe definir una cuestión central: determinar si el efecto identificado se traduce en una utilidad clínica y/o epidemiológica y, en tal caso, el modo de administración con las necesarias medidas de seguridad y eficacia.
En el caso del dióxido de cloro, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) no recomienda utilizar productos a base de dióxido de cloro o clorito de sodio por vía oral o parenteral en pacientes con sospecha o diagnóstico de COVID-19, ni en ningún otro caso, porque no hay evidencia sobre su eficacia. De hecho, la ingesta o inhalación de estos productos podría ocasionar graves efectos adversos, según advierten los organismos de salud de referencia mundial.
Pese a esas advertencias, Bolivia promulgó en agosto la Ley del Dióxido de Cloro que regula de forma excepcional la elaboración, comercialización, suministro, administración y uso consentido de la solución de dióxido de cloro (SDC) de manera Preventiva y como tratamiento para pacientes diagnosticados con coronavirus (COVID-19).
La norma establece que los profesionales médicos podrán administrar dióxido de cloro bajo consentimiento informado del paciente o un familiar, en conformidad a los protocolos estipulados.
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