La revolución sanitaria de la humanidad: cinco vacunas que evitaron la muerte de millones
Las vacunas constituyen una de las medidas sanitarias que mayor beneficio ha producido y sigue produciendo a la humanidad, previenen enfermedades que antes causaban grandes epidemias, muertes y secuelas
Las vacunas constituyen una de las medidas sanitarias que mayor beneficio ha producido y sigue produciendo a la humanidad, previenen enfermedades que antes causaban grandes epidemias, muertes y secuelas
Si tuviésemos que escoger una palabra para resumir el año 2020 probablemente ésta sería “pandemia”. La inusual gestión rebatió los cimientos de todo lo acostumbrado. El año 2021 está marcado, en cambio, por el bagaje del año anterior y la esperanza de la tan anhelada inmunidad. Probablemente, la palabra que codificará este nuevo año será “vacuna”.
Presenciar la vertiginosa carrera por conseguir la inmunidad contra el coronavirus nos hace pensar en un fenómeno nuevo ante las amenazas sanitarias, pero en realidad, se trata de un desarrollo científico que lleva muchísimo tiempo salvando vidas a lo largo de la historia.
Cinco vacunas que salvaron a la humanidad
Cuando se indaga sobre el origen de las vacunas, el antecedente innegable es la “variolización”. Una práctica usada en la antigua India y China que consistía en introducir pústulas de enfermo en niños sanos o en colocar ropas usadas de un enfermo con viruela a un menor no contagiado. La viruela era muy contagiosa y mataba a una de cada tres personas que la contraían. Los resultados, según los relatos, es que la enfermedad era menos agresiva que en los casos de transmisión de la infección natural, aunque no siempre resultaba, ya que hubo casos con consecuencias letales.
La variolización da cuenta de que el ser humano ha buscado desde hace mucho tiempo, ser resistente a las infecciones. Actualmente podemos enumerar exitosas cruzadas científicas producto de las vacunas que dieron paso a cambios en la salud pública. Se estima que la introducción de las vacunas en el mundo ha evitado anualmente 5 millones de muertes por viruela, 2,7 millones por sarampión, 2 millones por tétanos neonatal, 1 millón por tos ferina, 600.000 por poliomielitis paralítica y 300.000 por difteria.
A continuación algunas de las vacunas más importantes:
Vacuna contra la viruela
El año 1796, ocurrió un evento que lo cambió todo. El médico inglés Edward Jenner que atendía a pacientes en una zona rural, notó que las personas que estaban en contacto con vacas, sobre todo las ordeñadoras, parecían estar protegidas de la viruela.
Jenner atendió a una chica que lo consultó sobre unos granos que tenía en la piel. Ella trabajaba como ordeñadora y le dijo casualmente: «Sé que no es viruela pues ya me dio viruela bovina«.
Esas pocas palabras hicieron que el médico recordara que en la región de la que él venía también se decía que quienes contraían viruela bovina al ordeñar vacas quedaban inmunes a la viruela. La viruela bovina, a diferencia de la humana, no era grave: nadie moría de eso.
Jenner empezó a experimentar para probar su hipótesis. El médico incurrió en “contagiar” a las personas con viruela bovina y luego las expuso a viruela humana, evidenciando que tras la primera acción, se conseguía la inmunidad para la segunda exposición. Allí nació la primera vacuna, en la lucha para contrarrestar la letalidad de la viruela. Casi dos siglos después, en 1979, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró erradicada la viruela en todo el mundo. Algo que se pudo conseguir sólo gracias a la vacunación.
Vacuna contra la rabia
Después del descubrimiento de Jenner, la siguiente vacuna en alcanzar gran impacto entre las enfermedades infecciosas fue la vacuna contra la rabia propuesta por el bacteriólogo francés, Louis Pasteur, quien orientó su carrera hacia la química y la microbiología. A través de sus arduos estudios, concluyó que tanto los animales como los humanos eran infectados por microorganismos causantes de diversas patologías, lo que inspiró las medidas antisépticas que salvarían de la muerte a millones de personas.Pasteur desarrolló la vacuna antirrábica y la colocó por primera vez al niño Joseph Meister, el 6 de julio de 1885.
El bacteriólogo inoculó la vacuna al menor, quien había sido mordido 14 veces por un perro rabioso. La experiencia tuvo éxito: Meister sobrevivió y no desarrolló la enfermedad. Dos años después se creó el Instituto Pasteur de París, institución que el propio químico dirigió.
Vacuna contra la tuberculosis
Precisamente bajo la firma del Instituto Pasteur, se desarrolló también la vacuna contra la tuberculosis. Para ello Albert Calmette y su ayudante Camille Guerin trabajaron con una cepa virulenta de bacilo bovino.
Después de años de trabajo y de problemas durante la Primera Guerra Mundial, los científicos consiguieron desarrollar el tratamiento con el bacilo de Calmette-Guérin, más conocido por sus siglas BCG o como la vacuna contra la tuberculosis.
El 21 de junio de 1921, la vacuna BCG se utilizó por primera vez en humanos. A solicitud de un médico francés, quien deseaba proteger a un recién nacido cuya madre murió de tuberculosis unas cuantas horas después del parto (el cual tendría que estar bajo los cuidados de la abuela, también tuberculosa). Calmette administró el cultivo del bacilo (vacuna BCG) en tres dosis orales de 2 mg, poco después del nacimiento del menor. El bebé fue revisado a los seis meses sin mostrar signo alguno de tuberculosis y un semestre después de esa primera inmunización, entre 1921 y 1924, fueron vacunados aproximadamente otros 300 niños por los mismos investigadores.
Vacuna contra la fiebre amarilla
Según el portal History of vaccines, los primeros brotes confirmados de fiebre amarilla en América ocurrieron en Charleston, Virginia, y Filadelfa, Pennsylvania en 1699. Un periodista en Filadelfia escribió que había “pocas casas, si es que hay alguna, libres de la enfermedad”. En 1793, un brote en Filadelfia mató aproximadamente al 10% de la población de la ciudad.
La fiebre amarilla es una enfermedad viral que se contagia a los humanos a través de la picadura de mosquitos infectados.
En 1937, Max Theiler, un virólogo sudafricano, desarrolló la vacuna contra la fiebre amarilla, y obtuvo con ello, además de evitar la enfermedad hemorrágica a millones de personas, el premio Nobel en Fisiología o Medicina en el año 1951.
Theiler descubrió que una mutación propicia favorable en el virus atenuado había producido una cepa altamente eficaz que se denominó 17D. Después de las pruebas de campo en Brasil, un gran número de personas fueron vacunadas en 1939, sin complicaciones graves. Actualmente todavía hay 47 países de África, América Central y Sudamérica en los que el virus es endémico.
Vacuna contra el sarampión
El sarampión es una enfermedad sumamente contagiosa, es provocada por un virus de la familia paramixovirus y se transmite por el aire. Los síntomas incluyen fiebre y tos, así como terribles erupciones en la piel.
Durante estos últimos años, se ha convertido en un problema de salud pública mundial, que se atribuye a bajas coberturas de vacunación. En Bolivia por ejemplo, aparecieron 3 casos el año 2020, cuando ya se creía haber superado el virus en el país.
El nombre de Maurice Hilleman no es muy conocido, pero hoy casi todos los niños reciben la vacuna denominada “triple vírica” (contra el sarampión, parotiditis y rubéola). En la primavera de 1963, la Food and Drug Administration (FDA) norteamericana otorgó la primera licencia para una vacuna contra el sarampión. Gran parte del trabajo inicial sobre el virus causante del sarampión se había realizado en el laboratorio de John F. Enders, en el Boston Children’s Hospital.
Esta vacuna está incluida en la lista de medicamentos esenciales de la OMS que contiene las medicaciones más importantes para la humanidad.