Segundo panel: La democracia corre riesgo cuando se alimenta de una mala información
Inició la Cumbre Global sobre Desinformación y la segunda mesa abordó los peligros de los contenidos falsos y engañosos para la democracia en los contextos electorales.
Arriba (izq.), Ricardo Trotti, de la SIP, y Daniel Dessein de Adepa. Abajo (izq.), Sérgio Lüdtke, de Projeto Comprova, y Silvio Waisbord, de la George Washington University.
¿Cuándo la desinformación es un problema público? Es una de las preguntas que surge del panel Desinformación electoral: una amenaza para la democracia, donde los expositores coincidieron en decir que el mayor riesgo se tiene cuando las sociedades se encuentran “vulnerables” por la falta de una información precisa.
El panel estuvo conformado por el sociólogo y experto en comunicación política Silvio Waisbord, de la George Washington University de Estados Unidos, el periodista Daniel Dessein, que es presidente de la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa) y el periodista Sérgio Lüdtke, editor del proyecto Comprova de Brasil, que aglutina a 41 medios colaborativos en materia de investigación.
La moderación de esta segunda mesa de la Cumbre Global sobre Desinformación estuvo a cargo del director ejecutivo de la Sociedad Interamericana de la Prensa (SIP) Ricardo Trotti.
El alcance de la desinformación y la mala información
En su intervención, Silvio Waisbord, explicó que dentro del big data, la desinformación tiene un porcentaje mínimo, tomando en cuenta todos los consumos de los usuarios en internet, lo cual no impide que en determinados periodos se convierta en un problema público, como en el caso de las elecciones o la pandemia.
El académico argentino dijo que, a pesar de las preocupaciones legítimas sobre la desinformación, es más probable que las personas estén malinformadas que desinformadas, que no es lo mismo. “La mala información se refiere a gente que no sabe de un tema como muchos de nosotros no conocemos de determinada cantidad de temas de los cuales tenemos incidencia porque nos importan”.
Para Silvio Waisbord la desinformación se vuelve en un problema público cuando se convierte en un movimiento “catalizado”, el cual erosiona la posibilidad de resolver diferentes temáticas. “La desinformación es medular a la estructura de espacios de autoritarismo”, sostuvo.
Debilitamiento de los medios y las grandes plataformas
Uno de los países de la región que está palpando el fenómeno de la desinformación en periodo electoral es Argentina, donde el próximo 22 de octubre se desarrollarán las elecciones presidenciales.
Daniel Dessein puso como ejemplo el fenómeno del candidato liberal Javier Milei, para quien es complejo de definir. “Estamos frente a una democracia muy volátil y si le damos poder a la desinformación corremos gran peligro”.
En esa línea, el periodista argentino señaló que los diferentes proyectos contra la desinformación son hasta ahora insuficientes. “Son como gotas de agua dulce en el mar”.
Cree que el trabajo se debe enfocar en la alfabetización mediática informacional.
Uno de los grandes problemas en la lucha contra la desinformación es la migración de la publicidad. Recuerdó que hace quince años, el 40% de la torta publicitaria se la llevaba la televisión, 30% los diarios, 12% las revistas y todo internet era el 5%. “Hoy más de la mitad de esa torta se la lleva internet”.
Agregó que si se pone la lupa en la publicidad que se lleva la red, el 80% va destinada solo a dos compañías por las que se tienen distintas disputas, una de ellas por los derechos de autor. “Se usan nuestros contenidos para tener beneficios económicos”.
Esta situación debilita a los medios y periodistas al momento de encarar un trabajo de mayor calidad.
Ricardo Trotti hizo hincapié en en análisis de Dessein con respecto a las limitaciones publicitarias que afectan la calidad de los contenidos y, por ende, a una sociedad menos informada, apuntando a los “nacionalismos baratos”.
El moderador hizo recuerdo de aquellos políticos que niegan la propaganda electoral a los medios tradicionales y digitales, dándole a las grandes plataformas, sean Facebook-Meta, X, TikTok u otras “a sabiendas que esos recursos no quedan en nuestros países ni pagan impuestos”.
Trotti consideró que también debe tratarse el tema de alfabetizar a los partidos políticos en materia de publicidad electoral.
Desinformación en periodos electorales
Sergio Lüdtke fue testigo de las últimas campañas electorales en Brasil y cómo la desinformación fue calando en la democracia; llamó la atención sobre el poder del alcance de las plataformas de mensajería instantánea como Telegram y WhatsApp.
El periodista e investigador recordó que en la segunda vuelta electoral de octubre de 2018 en Brasil votaron 115 millones de personas, una cifra menor si se compara con los 127 millones usuarios que tenía Facebook en ese mismo mes y los 120 millones de WhatsApp en ese país.
“La cantidad de personas que usaron estas dos redes sociales ese mes fue mayor que el número de quienes acudieron a las urnas para elegir al presidente de los siguientes cuatro años”. También hizo referencia a los últimos resultados electorales de octubre de 2022, donde el ganador Lula da Silva apenas superó a su contrincante Jair Bolsonaro con un 2% en la segunda vuelta.
Esta situación refleja un país altamente polarizado y una democracia frágil ante la desinformación, dijo. “Las elecciones polarizadas se definen por pocos votos, y convencer a un grupo de personas mediante la desinformación no es una tarea tan difícil”.
Según Sergio Lüdtke, las plataformas de las redes sociales transforman a los ciudadanos en lectores obligados, “cuando deciden qué es lo que van a ver por medio de algoritmos”.
Con este panorama, resaltó que la desinformación por medio del engagement o nivel de compromiso “es más sexi que la verdad”.
De esa forma, la desinformación va tomando a los usuarios en las redes sociales por medio de algoritmos seleccionados en base a los gustos o emociones, apropiándose así de la agenda pública. Es decir, quienes difunden desinformación identifican temas de interés y orientan a los usuarios.
Bajo ese contexto, Lüdtke apuntó a que los discursos que circulan en torno a la desinformación son un riesgo para la democracia, “donde las sociedades no pueden tomar decisiones responsables”.
Este riesgo para la democracia ocurre cuando no se tiene la suficiente información, coincidiendo con los otros panelistas.
Entre las soluciones propuso crear mecanismos que contengan las olas de desinformación antes de que las mismas tomen forma: ¡anticiparse! “Actuar como una vacuna”.
Otra solución es que los medios de comunicación y los periodistas no se conviertan en difusores de los discursos que desinformen. “El periodismo declarativo ha sido usado para desviar la atención de los ciudadanos”.
Un tercer punto que destacó Lüdtke fue la verificación de datos, la cual no solo debe efectuarse desde las verificadoras, sino también los medios tradicionales, especialmente en periodos electorales.
Los panelistas consideran que es importante fortalecer la alfabetización para tener sociedades menos vulnerables a la desinformación en periodos electorales.
Acerca de la Cumbre
La III Cumbre Global sobre Desinformación es un evento en desarrollo que empezó este 27 de septiembre y se extiende hasta mañana, 28. Más de 1.750 participantes de 50 país se han inscrito al encuentro que cuenta con cerca de 30 expositores en 10 conferencias temáticas.
Para seguir el evento a través de YouTube, entre aquí.
La finalidad es analizar las tendencias y estrategias de la desinformación, pero también compartir las mejores prácticas y herramientas para combatirla y para difundir los contenidos verificados.
La Cumbre está organizada por la Sociedad Interamericana de la Prensa (SIP), el Proyecto Desconfío de Argentina y la Fundación Para el Periodismo (FPP) de Bolivia.