No es cierto que el dióxido de cloro se use en la desinfección de la sangre para las transfusiones
Uno de los embustes más difundidos durante las últimas semanas tiene que ver con el dióxido de cloro y su supuesto uso en las bolsas de sangre para las transfusiones. Es información falsa. No se utiliza el dióxido de cloro para realizar transfusiones de sangre, ni es considerado por ninguna autoridad sanitaria como un tratamiento seguro.
Si bien hay una patente que establece el uso de CDS, figura como “abandonada”
Uno de los embustes más difundidos durante las últimas semanas tiene que ver con el dióxido de cloro y su supuesto uso en las bolsas de sangre para las transfusiones. Es información falsa. No se utiliza el dióxido de cloro para realizar transfusiones de sangre, ni es considerado por ninguna autoridad sanitaria como un tratamiento seguro.
La afirmación de que se usa el dióxido de cloro (CDS) para las transfusiones esconde por debajo la aseveración de que si se usa para “la desinfección de la sangre” es inocua para el organismo.
Según el documento “El uso clínico de la sangre” publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), durante la donación la sangre se almacena en “contenedores plásticos estériles y desechables que contienen soluciones anticoagulantes y preservantes”. Esta solución “usualmente contiene citrato, fosfato, dextrosa y, con frecuencia, adenina (CFDA)”, pero no dióxido de cloro.
La publicación señala que el uso de dióxido de cloro para la sangre está inscrito en lo que se denomina “Proceso Alcide” con el número de patente 5019402. Se trata de mecanismo creado para “desinfectar o esterilizar componentes de la sangre añadiendo un compuesto liberador de dióxido de cloro con un ácido orgánico débil y un sacárido activado por calor”.
Este procedimiento fue patentado en los Estados Unidos el 28 de mayo de 1991 por la empresa Alcide Corporation, y describe un proceso de desinfección de la sangre a partir de la aplicación del dióxido de cloro. Sin embargo, esta licencia figura actualmente como “abandonada”.
Es crucial entender que patentar algo no significa que funcione o que tenga autorización de las instancias pertinentes para ser usada. Esto quedó precisado en la Oficina de Patentes y Marcas de los Estados Unidos (USPTO, por sus siglas en inglés), “la patente no otorga el derecho de hacer, usar, ofrecer para la venta o vender o importar la invención, sino que sólo otorga el carácter exclusivo del derecho […] de excluir a otros de la fabricación”.
El doctor Juan Ignacio Veller, especialista en cardiología, revisó los protocolos de transfusión sanguínea en la región y descartó el uso de dióxido de cloro para el procedimiento. Puedes escuchar sobre su trabajo indagatorio aquí.