MCB es un emprendimiento familiar que le devuelve utilidad al aluminio reciclado
Producir aluminio desde cero causa gran contaminación, por lo que el reciclaje es una alternativa que además de ser amigable con el medio ambiente genera ingresos. La mecánica industrial María Gabriela Acarapi es una innovadora en este ámbito.
El uso del aluminio es múltiple, desde la fabricación de latas para envasar bebidas, pasando por utensilios de cocina, hasta la elaboración de piezas en la industria automotriz, aeronáutica y la construcción. Procesar este metal de cero demanda gran uso de recursos, energía y causa contaminación, por eso, el reciclaje es una alternativa que ayuda a reducir el impacto ambiental y además genera trabajo e ingresos económicos.
María Gabriela Acarapi lo sabe y le saca provecho, porque junto a su esposo Iván Carhuani ha generado una iniciativa para la producción de piezas funcionales y decorativas a partir de aluminio reciclado, aplicando sus conocimientos como mecánica industrial.
El sitio web especializado en ecología Ecofestes indica que el aluminio es un metal que se obtiene a través de otros minerales o rocas como la bauxita. Para conseguir una tonelada de aluminio se deben procesar cuatro toneladas de bauxita, que se disuelve con hidróxido de sodio, lo que genera gases de efecto invernadero, barro cáustico, lluvias ácidas y otros daños ambientales.
La obtención del aluminio también demanda grandes cantidades de agua y energía eléctrica. Las minas de bauxita se encuentran al aire libre, su extracción provoca la deforestación, la eliminación de fauna y flora y vuelve a los suelos infértiles de forma irreversible.
La iniciativa de Acarapi y Carhuani se empeña en reducir estos efectos, por eso recolectan latas, ollas viejas y otros productos en desuso elaborados con este metal y que son desechados en las calles y los basureros.
De esa manera nació Industrias Metalúrgica Carap Bolivia (MCB), un taller que opera en el municipio de Viacha (La Paz) donde se acopian residuos de aluminio que posteriormente son transformados en distintos accesorios como adornos para puertas, jaladores, pasamanos y otros.
El emprendimiento comenzó en septiembre de 2020 y hasta noviembre de 2023 se logró reciclar 9.100 kilos de residuos de aluminio para darles un nuevo uso.
El procedimiento
Todo comienza con la recolección de las latas y otros objetos de aluminio descartados, después se acopian y se limpian. “Se hace la limpieza porque hay algunos residuos que vienen sucios. Por ejemplo, algunas piezas automotrices contienen lo que son fierros, pernos, entonces hay que desarmarlos y posteriormente pasan a la primera etapa de fundición donde toman forma de lingotes”, explicó Acarapi quien también es directora ejecutiva de MCB.
Los siguiente es llevar los lingotes a un horno que funciona por conducción de calor y que fue construido por Acarapi y Carhuani, que también es socio y gerente operativo de MCB. Los lingotes se funden a temperaturas altas hasta volverse líquidos que se vacían a moldes permanentes y temporales. Estos últimos contienen diseños que fueron elaborados a pedido de los clientes.
“Posteriormente, se hace un control de calidad, algunos productos necesitan un acabado a máquina. Las piezas defectuosas retornan a fundición, no se desperdicia nada. Por último tenemos el embalaje y el almacenamiento para la distribución”, contó Acarapi y a la vez comentó que sus productos son coloreados con pintura en polvo que es amigable con el medio ambiente.
Según Ecofestes y Acarapi el aluminio es un metal que no pierde sus cualidades con cada fundición, es por eso que se puede reciclar ilimitadamente.
El triple impacto
El emprendimiento de Acarapi no solo cuida el medio ambiente, también genera ingresos económicos y trabajo para terceros. Por ejemplo, en su taller, además de Carhuani, trabajan otras tres personas. Los productos elaborados se distribuyen al por mayor a distintas ferreterías las cuales venden los accesorios al por menor generando sus propias ganancias.
Asimismo, MCB compra los residuos de aluminio que utiliza a distintos recolectores y acopiadores. Algunos son adultos mayores que recogen las latas u otros residuos de aluminio, los juntan y venden a Acarapi.
María Cosme, del centro de acopio ubicado en la zona las Kisawaras, El Alto le dijo a Bolivia Verifica que ella compra latas de aluminio desechadas por kilo, las aplasta y acopia en recipientes tejidos de gran tamaño llamados ollas.
“Cuando junto dos ollas o más voy hasta Viacha donde Gabriela Acarapi a venderle, ella compra y de esas latas hace varias cositas para la casa. Gracias a ella tengo trabajo y gracias a mí varias personas tienen trabajo. Pero no soy la única, en El Alto y en Viacha mismo hay varios centros de acopio, no solo de latas, también de papel, de botellas pet, de fierros, de cobre”, comentó Cosme.
Asimismo, contó que ella se dedica al reciclaje desde hace más de diez años y que comenzó en ese rubro porque tenía tres hijos a su cargo, con un padre ausente y nadie que quisiera emplearla.
“Yo empecé de a poquito recogiendo de la calle y vendiendo dos o tres kilos de botellas, poco a poco me he ido levantando, mis hijos han crecido y me han ayudado también. Así como yo hay varias mujeres y varones también que en familia se dedican al reciclaje, de eso comen, se visten, estudian y tienen su casita”, dijo.
Acarapi indicó que en El Alto y otros departamentos también existen otras fundidoras. Sin embargo, esta práctica de cuidado medioambiental no solo se realiza en el país, el reciclaje de aluminio también se hace a nivel internacional.
Algunos inconvenientes y dificultades
Cosme lamentó que la mayoría de la población no acostumbre de separar los residuos para desecharlos, razón por la que todo termina en la basura. “Muy pocos son los que reciclan, la mayoría de los recolectores tiene que ir a buscar papel, latas, fierros y botellas a los basureros. Ahí el material ya está manchado, contaminado, a veces mezclado con vidrio, agujas, hojas de afeitar, es un riesgo rescatar de ahí los materiales”, expresó.
Asimismo, llamó a las autoridades a elaborar una ley para que separar los desechos y reciclar sea obligatorio. “Antes se reciclaba para obtener ingresos, casi nadie veía bien el reciclaje, incluso la gente nos miraba como vividores de la basura. Hoy en día reciclar es muy importante para cuidar el medio ambiente. Si no se reciclan estos materiales van a parar a las calles, lagos, pozos, ríos y tarda cientos de años en desaparecer, así se contamina la tierra y el agua”, reflexionó.
Por su parte, Acarapi indicó que cuando inició su emprendimiento tenía pocos recursos y que tuvo que elaborar su propia maquinaria junto a su esposo. A la vez, no fue fácil convencer a los clientes de que compren productos de material reciclado. “Algunos nos decían, el reciclado no me va a durar y además debería ser barato”.
Sin embargo, la joven emprendedora asegura que los productos que elabora son resistentes y de alta calidad. “Queremos que los productos que hacemos le duren a los clientes por varios años y que puedan heredarlo a sus hijos y nietos”, expresó.
En la siguiente entrevista, Gabriela Acarapi cuenta más detalles sobre su emprendimiento a Bolivia Verifica.
Este reportaje fue elaborado en el marco del proyecto de apoyo a la investigación periodística, enmarcado en Periodismo de Soluciones (PdS), desarrollado por la Fundación para el Periodismo y Bolivia Verifica con el apoyo de la National Endowment for Democracy (NED).