En etapa preelectoral, Luis Arce retoma el discurso oficialista que profundiza la polarización en el país

El presidente afirmó que en las elecciones presidenciales de agosto habrá dos visiones diferentes e incompatibles de país: «la patria y la antipatria». Expertos analizan que su discurso profundiza la división en el país.

A poco más de seis meses de las presidenciales y con motivo del aniversario del Estado Plurinacional de Bolivia, el presidente Luis Arce Catacora se dirigió al país con un mensaje en el que reiteró su propuesta de «suscribir un pacto social» para «promover la unidad y la paz social luego de años de polarización». Sin embargo, en un tono electoralista, su discurso ahondó en narrativas polarizantes y hurgó en las heridas heredadas de la crisis político social.

La alocución de Arce se construyó con ideas extremas de lo que es el país y de lo que se puede esperar en esta nueva etapa electoral: la patria y la antipatria, el Estado Plurinacional y la República, la izquierda y la derecha, el socialismo y el neoliberalismo.

En entrevista con Bolivia Verifica, cuatro expertos analizan el discurso presidencial. Uno de ellos considera que Arce mostró, básicamente, un perfil electoralista, pero los otros advierten que su mensaje tiene la clara intención de mantener dividida a la ciudadanía. Dos coinciden en que retomó las narrativas que el oficialismo instaló en la opinión pública a lo largo de los últimos 19 años para mantenerse en el poder.

Pero ¿qué dijo exactamente el primer mandatario? En su discurso de 16 minutos, Arce empleó la mitad de su intervención para referirse a este tema. De inicio, recordó que el 18 de enero llamó a todos los actores de la política boliviana a «consolidar un pacto social», pero luego dijo lo siguiente:

“Es importante que el pueblo boliviano identifique que en las próximas elecciones presidenciales hallaremos dos visiones de país incompatibles entre sí: un proyecto de país, el nuestro, de izquierda, que defiende a todas las bolivianas y bolivianos, protegiendo especialmente al más humilde, al más pobre, que representa lo nacional-popular, que defiende una amplia participación del Estado y que protege a la población con derechos económicos y sociales, con leyes y bonos, versus otra visión de país, encarnada en la oposición, de derecha y ultraderecha, que propone la privatización de las empresas estatales y arrancar a los trabajadores beneficios conquistados en los últimos años retornando al neoliberalismo en su nueva versión. Es decir, estarán confrontados la patria y la antipatria. El Estado Plurinacional y la República Colonial», sentenció la primera autoridad del país.

Acto seguido, habló de trabajar de manera colectiva y en unidad con todo el pueblo boliviano, con los sectores sociales y especialistas «diseñando un plan de gobierno 2025-2030 antes de ser presentado a la población».

El mensaje presidencial también fue difundido desde la cuenta de «Lucho Arce» en Facebook  y el contenido del análisis se encuentra en el minuto 1:35:01.

Discurso polarizante

Las narrativas polarizantes y el discurso de odio son todo acto comunicacional (verbal, visual o escrito) usado con la finalidad de atacar a una persona o un grupo de personas por razones de clase, raza, origen o identidad, entre ellas la identidad ideológica. La finalidad es deslegitimar, excluir y dividir a la opinión pública con información que puede estar cargada de falsedades, engaños o estereotipos. Según Naciones Unidas, esta práctica no condice con una democracia plural.

Además, todo lo que las figuras públicas digan tiene un alto impacto en la sociedad, considerando que son líderes de opinión.

¿Y qué opinan los expertos? Para el analista político Marcelo Arequipa, lo que Arce hizo fue «hablar como un candidato», dirigiéndose a los opositores que han comenzado a reivindicar la idea de recuperar la república.

«Hay dos identidades fuertemente arraigadas en el país: el masismo y el antimasismo. Me da la impresión de que es más bien un guiño electoral a los opositores. En todo caso, esto refuerza la postura tradicional de la izquierda del Movimiento Al Socialismo (MAS)», opina Arequipa.

La abogada y experta en Derechos Humanos Gisela Derpic Salazar considera que el presidente está reactivando la polarización y las diferencias entre la ciudadanía, apelando «al odio y a la confrontación entre los bolivianos de manera visceral y con pretextos».

«Eso le funcionó al MAS y le funcionó muy bien a comienzos de los años 2000, cuando finalmente asciende al poder en 2006. Pero a estas alturas podríamos decir que es un discurso trasnochado, distractivo y muy mal intencionado», agrega.

Para Derpic, el «arcismo» está queriendo sacar fuerzas de flaqueza y «el mejor recurso para ello son aquellos viejos odios y rencores».

El analista Rolando Schrupp apela a la doctrina estalinista para explicar lo que el presidente pretende con su discurso. Siempre debe haber tres enemigos, dice: el interno, el externo y el histórico. «De esa manera, y bajo la lógica dialéctica marxista, la revolución está siempre amenazada y el estado de necesidad es permanente».

Schrupp explica que discursos como el de Arce son propios de los gobiernos socialistas, que no buscan el diálogo sino la imposición y que no reconocen la evidencia empírica ni la razón. Por el contrario «embaten con violencia discursiva, simbólica y física».

El experto considera que Arce atribuye a los fallos de su gestión. «Se victimiza para no aceptar la necesidad de corregir sus errores y más bien continuar por el camino de la imposición y el desastre. Lo único que persigue el socialismo es reinstalar una monarquía donde los gobernantes son dueños de todo», opina.

«La realidad no es una lucha de ‘buenos’ contra ‘malos'»

Para Ana Lucía Velasco, cientista política y experta en procesos de paz, la forma en que el jefe de Estado se refirió a la población «es el típico discurso polarizante».

La especialista describe que la base de un discurso de esta naturaleza es convencer a quienes lo escuchan de que «la realidad es una lucha de buenos contra malos». En palabras del presidente, «entre quienes protegen a los más pobres y humildes y entre quienes hacen todo lo contrario».

Cuando la ciudadanía recibe constantemente este tipo de mensajes se ve orillada a elegir un bando, es decir a ser parte de los buenos o de los malos, añade Velasco. «Por eso, cuando alguien asume una postura intermedia les molesta tanto, porque al hacerlo complejiza esta supuesta realidad, no entra en el juego de los polarizantes, es capaz de criticar las posturas, pero también de destacar lo bueno».

La también coordinadora del Proyecto Unámonos recuerda que la historia deja en evidencia que donde hubo un discurso de odio «efectivo» terminan sucediendo hechos como una guerra civil. «La gente que cree estos discursos no es un monstruo, es solo gente que termina convencida de estas narrativas y toma acciones difíciles de creer».

En criterio de Velasco, no extraña que este tipo de narrativas afloren en año electoral, pero reflexiona en sentido que «desde la sociedad civil no podemos dejar que se insulte nuestro intelecto y nuestra inteligencia emocional. Deberíamos poder decir ‘¡basta de dividirnos entre buenos y malos!'»

Los analistas coinciden en que este discurso fomenta la polarización en el país y promueve narrativas de odio y confrontación.

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