«El peor enemigo de una mujer es otra mujer»: la frase que refuerza roles y estereotipos
Sociólogas e investigadoras consultadas consideran que el discurso del vicepresidente David Choquehuanca no ayuda a luchar contra el patriarcado; al contrario, estigmatiza a las mujeres.
Una de las frases más comunes en Bolivia y otros países de la región cuando se refieren a problemas o rencillas femeninas es aquella que dice: «el peor enemigo de una mujer es otra mujer», la cual fue amplificada en enero por el vicepresidente David Choquehuanca Céspedes, cuya expresión estigmatiza y muestra una mirada «patriarcal» para menospreciar a las mujeres, según el análisis de sociólogas, comunicadoras e investigadoras sociales.
Para las profesionales entrevistadas, esta visión debe dejar de ser replicada por una figura pública como ocurrió con el vicepresidente Choquehuanca en uno de sus discursos, el cual puede incitar a estigmatizar y generar narrativas de odio.
El presidente Luis Arce Catacora y el vicepresidente David Choquehuanca participaron el 10 de enero en el aniversario de la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia – Bartolina Sisa en la ciudad de La Paz. En su intervención, Choquehuanca habló de la descolonización en el denominado «proceso de cambio» y la necesidad de terminar con la ambición, la división y el racismo; en ese entendido, también refirió que las mujeres deben estar unidas, con el fin de evitar las peleas entre ellas.
Textualmente dijo lo siguiente en el minuto 1:19:00 de la transmisión:
«Si las mujeres se unieran y no estarían peleando entre ustedes, tendríamos una presidenta mujer, son millones y son mayoría en este país. Hermanas… la mejor forma de limitar ese poder, la mejor forma de inhabilitar ese poder es confrontar con el hombre».
En ese entendido, el vicepresidente hace referencia a la frase «el peor enemigo de una mujer es otra mujer» y desde su perspectiva, esta problemática impide que logren sus objetivos.
Difusión de la frase
En redes sociales se detectó que esta frase es replicada a través de artes que la respaldan y la amplifican, pero también hay publicaciones que hacen una contraofensiva, como la siguiente:
¿Qué dicen las expertos en temas de género sobre el origen de la frase, las declaraciones de Choquehuanca y el uso cultural de la misma?
Análisis de discurso y la frase
La comunicadora y activista por los derechos humanos Patricia Flores, al igual que la socióloga Lopo Gutiérrez León, destacaron que esta frase es un reflejo del patriarcado y la idea de buscar una rivalidad entre mujeres para evitar la unión y el desafío al orden establecido. «Es profundamente patriarcal y busca instalar la idea de que las mujeres no pueden trabajar juntas sin la mediación masculina», analiza Gutiérrez.
Flores señala que este tipo de enunciados forman parte de una ideología patriarcal histórica que quiere instalar en el imaginario colectivo la idea de que las mujeres son incapaces de tejer alianzas. «Es una construcción imaginaria perversa para seguir dominando a las mujeres», afirma y recuerda que la historia demuestra lo contrario, pues desde tiempos antiguos han tejido redes de solidaridad y sororidad.
La comunicadora sostiene que estas conexiones han sido motivo de «temor» para el patriarcado, ejemplificado en episodios como la quema de brujas, donde se buscó aniquilar el conocimiento y la colaboración entre mujeres.
«La caza de brujas» se registró especialmente en diferentes regiones de Europa y Norte América entre los siglos XVI y XVII, siendo los juicios de Salem (ocurridos en lo que hoy es Estados Unidos) los de mayor repercusión histórica.
Según relatos históricos, esta persecución era contra personas consideradas como «herejes» o practicantes de «brujería». Se considera que en ese periodo se decretaron entre 40.000 y 60.000 condenas a la pena capital, según cita National Geographic.
En el caso de las mujeres, las acusaciones no tenían mayores sustentos, algunas eran culpadas por practicar la medicina u otras ciencias o por hacer prácticas que en ese entonces no eran «socialmente» permitidas, lo que las limitaba prácticamente a trabajos del hogar.
Además, Flores refiere que en diversas fuentes se refleja esta intención del «patriarcado» por dividirlas, como estudios sociológicos que muestran la competencia entre mujeres en entornos laborales y sociales. Ejemplificó con obras literarias y culturales como El segundo sexo de la filósofa francesa Simone de Beauvoir o La mística de la feminidad de la activista estadounidense Betty Friedan, que critican la socialización de las mujeres para competir entre sí y la teoría feminista que analiza cómo el patriarcado utiliza tácticas de división para mantener el poder. «Estas fuentes destacan la importancia de que las mujeres se unan y construyan redes de apoyo para desafiar el patriarcado y promover la igualdad de género», acota la analista.
La socióloga Gutiérrez remarca que las mujeres tienen una larga historia de alianzas y redes de apoyo que el sistema intenta opacar, también señala que discursos como el reciente del vicepresidente perpetúan normas sociales que dificultan la construcción de espacios de colaboración genuina.
«El vicepresidente hizo eso, fue por ese lugar que se dan el derecho de mediar una relación y además de decirnos qué tenemos que hacer y eso es profundamente patriarcado y puede ser hasta misógino, porque creen que no tenemos capacidad de darnos cuenta de lo que está pasando». Lopo Gutiérrez relata que al trabajar con la organización de mujeres Bartolina Sisa notó que sus integrantes siguen un orden jerárquico que no lo crearon y generalmente no lo quieren, sino que son hombres quienes les dijeron que «así se debe hacer».
«Los hombres están ahí atrás diciéndonos qué tiene que haber, alguien de secretaria de actas o un encargado de deportes… para nosotras no es útil eso, queremos hacer otras cosas», revelaron algunas integrantes de esta organización a la socióloga.
El discurso de Choquehuanca fue realizado precisamente en el aniversario de la organización de mujeres Bartolina Sisa.
Si bien el vicepresidente anunció un discurso contra el patriarcado, las analistas en temas de género vieron lo contrario.
Matilde Herrera, militante de la Liga Obrera Revolucionaria Cuarta Internacional Pan y Rosa (LOR-CI) considera que este es un discurso que refuerza el machismo y divide la lucha contra el patriarcado. «La declaración de Choquehuanca demuestra que ni siquiera le ha interesado ver qué significa despatriarcalización». Critica que él culpe a las mujeres de no organizarse cuando paradójicamente las estructuras gubernamentales y sociales, incluyendo su partido el Movimiento Al Socialismo (MAS) dificultan la articulación de líderes femeninas. Prueba de ello es que no hay ninguna candidata mujer a la presidencia.
Además, hizo notar que este tipo de discursos que hablan de la unidad de las mujeres, opaca el verdadero problema: un sistema patriarcal y capitalista que explota a las mujeres como a la clase obrera en general.
La investigadora social Claudia Peña coincide en que estas frases no pueden entenderse fuera del contexto de un sistema patriarcal que jerarquiza lo masculino sobre lo femenino. Para Peña, estas ideas contribuyen a cargar a las mujeres con culpas injustificadas por su posición en la sociedad. «Porque vos te peleas con tu compañera no llegas, porque no denuncias, porque no intentaste más», ejemplifica con otras frases que siguen esa ideología.
Refiere que estas narrativas despojan de responsabilidad al sistema que limita las posibilidades de las mujeres. Subraya que las declaraciones del vicepresidente deben ser vistas como una oportunidad para deconstruir estas ideas, poner el tema en espacios de debates para comenzar a desmitificar esas expresiones.
Las cuatro analistas consultadas por Bolivia Verifica concuerdan que esta frase debe dejar de utilizarse para que las nuevas generaciones no las sigan replicando. Para la socióloga Lopo Gutierrez, la solución tampoco es de cambiar esa frase por otra, sino de quebrar el pensamiento patriarcal de dividir a las mujeres.
«Yo trabajo con puras mujeres y todo va bien. Las mujeres parimos juntas, cocinamos juntas, somos amigas, somos hermanas, hay un vínculo del que no se habla y se debería», agrega.
En el análisis de las sociólogas e investigadoras, el discurso de Choquehuanca refleja un estereotipo negativo de las mujeres y refuerza la ideología de competir, otra postura generada por el patriarcado. Las analistas consideran que este discurso incita narrativas de odio en materia de género.