Desde hace 41 años, unas 350 personas de escasos recursos se alimentan a diario en San Calixto
Personas de la tercera edad, con discapacidad y familias en situación pobreza reciben comida y atención médica de manera gratuita en un conocido comedor popular de La Paz. El proyecto se sostiene en donaciones, alianzas estratégicas y voluntariado.
Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), entre 2020 y 2022 cerca de 2,3 millones de personas pasaron hambre en Bolivia, la falta de empleos y la pobreza son los factores principales de esta situación. Una fundación que tiene más de 40 años brinda alimentación y apoyo integral de manera gratuita a personas vulnerables en extrema necesidad.
“En Sudamérica, el Estado Plurinacional de Bolivia presentó la mayor prevalencia del hambre (19,4%), seguido por la República Bolivariana de Venezuela (17,9%) y Ecuador (13,9%), lo que equivalió a 2,3 millones, 5,1 millones y 2,5 millones de personas afectadas, respectivamente.
Entre los países con la prevalencia más baja de la subalimentación en la subregión se encontraban Brasil (4,7%), Argentina (3,2%), Chile (2,5 %) y Guyana y Uruguay (ambos con una prevalencia inferior al 2,5%)”, se lee en el “Panorama Regional de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición” presentado por la ONU en 2023.
La nutricionista y dietista María Espejo explica a Bolivia Verifica que el hambre o mala alimentación afecta mayormente a niños, ancianos y personas con discapacidad. Esto puede ocasionar que los menores no se desarrollen de manera correcta, que los adultos mayores y personas con discapacidad se enfermen de manera grave y que incluso lleguen a fallecer por desnutrición.
“A las personas de la tercera edad que no tienen jubilación se les dificulta conseguir trabajo y generar ingresos y francamente con la Renta Dignidad (Bs 350 al mes) no les alcanza para alimentarse bien. Los menores también pasan hambre porque en muchos casos están en situación de abandono y descuido, pasa lo mismo con las personas con discapacidad. En las laderas de las ciudades bolivianas existen familias enteras que pasan hambre”, lamenta Espejo.
Joaquín Salvadó fundó el Comedor Popular San Calixto hace 41 años, en 1983, como una respuesta de la Compañía de Jesús en Bolivia a la crisis económica que atravesaba el país. En marzo de 2019 obtuvo su personería jurídica eclesiástica. En el siguiente video, su directora y administradora, Mery Mendoza, explica un poco más sobre la fundación.
Personas beneficiadas
Durante la pandemia y cuarentena por coronavirus, el comedor llegó a entregar 1.500 almuerzos por día a todas las personas que no tenían qué comer. Actualmente, se distribuyen 350 raciones diarias, que constan de sopa, segundo y refresco o pan; la distribución es de lunes a viernes en tres turnos, de 11:00 a 13:30.
“Tenemos personas adultas mayores, familias con hijos, gente muy pobre y gente con capacidades diferentes. Las personas que son mayores de 70 años tienen derecho a llevar una cena en un plato, un tupper, una ollita o lo que traigan para que en la noche puedan también servirse una comida”, dice Mendoza.
Para recibir este apoyo no es necesario hacer trámites extensos, los únicos requisitos son la fotocopia del carnet de identidad y tener las vacunas contra la COVID-19 e Influenza, además de llenar una hoja de trabajo social. Con estos documentos, una persona puede registrarse para asegurar su ración de alimentación diaria.
Sin embargo, quienes no estén registrados o estén de paso por la ciudad y no tengan cómo y dónde alimentarse también pueden recibir su almuerzo.
El propósito de exigir las vacunas es el de evitar los contagios de coronavirus y resfríos entre los comensales. Mendoza comenta que el 90% de las personas que asiste al comedor tiene sus vacunas al día y califica esto como positivo. Asimismo, menciona que quienes no están vacunados pueden ser inmunizados en el mismo lugar gracias a los convenios que tienen con el personal de salud.
Método de atención
Quienes ya estén registrados sólo deben acercarse a la puerta del comedor ubicado en la calle Yanacocha No. 944, una cuadra más arriba de la avenida Sucre.
Al llegar, solo deben indicar su nombre, inmediatamente recibirán una ficha que dice “Almuerzo”. Las personas mayores de 70 años que deseen llevar cena, deben hacerlo saber y se les entrega una ficha que dice “Almuerzo y Cena”. Quienes estén de paso o hayan asistido por primera vez recibirán una ficha que dice “Ocasional”.
Posteriormente pasan a sentarse y esperan a ser atendidos por una o uno de los meseros.
Convenios y alianzas estratégicas permiten la sostenibilidad
Este proyecto se sostiene gracias al apoyo de la Orden Religiosa Jesuita “Compañía de Jesús”, pero además recibe apoyo de instituciones y personas benefactoras que impulsan esta labor social.
Se puede aportar con dinero, con alimentos de todo tipo y hasta con mano de obra haciendo voluntariado y pasantías en el lugar. Las y los voluntarios siempre son bienvenidos.
Por ejemplo, hace poco, la Promoción 99 del Colegio San Calixto hizo un donativo.
También realizan otras actividades para recaudar fondos como campañas de donación o almuerzos tipo kermesse. Por ejemplo, el sábado 8 de junio de 2024 pusieron a la venta platos de lechón a Bs 35.
El comedor cuenta con convenios con la Cruz Roja Boliviana y con Hospital Arcoíris, que además de administrar las vacunas a los beneficiarios les hacen chequeos médicos, dotan de pomadas para la artrosis y artritis de los ancianos y entregan vitaminas.
“Además, la Compañía de Jesús en Bolivia también tiene otra obra social aparte del comedor que es el Centro de Multiservicios Educativos (Cemse) que también tiene servicio médico”, indica Mendoza.
Algunos problemas por los que atraviesan
Una de sus mayores preocupaciones es que varias personas hacen fila para recibir el alimento desde tempranas horas de la mañana, soportando la inclemencia del tiempo, pero además, esto tampoco agrada a alguno de los vecinos que a veces se quejan.
“Nos ocasiona sufrimiento verlos en frío, en lluvia, no pueden caminar, tenemos gente no vidente, gente muy pobre. En el trabajo social vimos cómo algunos viven en carpas, bajo el puente y otros en la calle. También es triste ver que gran parte de esta población ha sido abandonada por su familia. La soledad en la que vive la gente de la tercera edad es muy extrema”, lamenta Mendoza.
Otra de las dificultades es que hay días en los que el almuerzo se acaba y aún hay gente esperando en la fila. En estos casos se les dice a estas personas que ya no quedan raciones y que vuelvan al día siguiente.
“No siempre alcanza el almuerzo y la sorpresa que tuve es que aquí hay gente de Tilata (municipio de Viacha), hay gente de la 16 de Julio, de Villa Ingenio hasta de Senkata (municipio de El Alto). Por otro lado, hay gente que viene de muy lejos, de Los Rosales, Ovejuyo, Pampahasi, de toda la periferia de la ciudad. Muy poca gente es del propio centro”, comenta Mendoza.
Un punto de encuentro
Varios ancianos asisten al comedor y además de recibir los alimentos se quedan para poder hacer amigos y acompañarse mutuamente. Algunos también reciben la visita de sus hijos que les llevan algunas frutas, ropa o algo de dinero.
El voluntariado es importante
Jazmín Haraz es una joven que ayuda de manera voluntaria en el área de la cocina y al igual que otros voluntarios aporta con su trabajo durante un periodo de 10 días.
Félix Israel llegó desde Alemania y también hace trabajo como voluntario, pero en su caso se quedará durante varios meses pues además de ayudar, aprende a hablar español.
Además de voluntarios existe personal que trabaja en el lugar y a diario prepara y sirve los alimentos. Mendoza comenta que son cinco personas las que desarrollan sus actividades de manera fija y figuran en planillas.
Un llamado a la empatía
Mendoza pide a la población en general ser más empáticos con los adultos mayores, sobre todo brindándoles paciencia y comprensión. En este lugar, la mayoría vive en soledad y además de comida y abrigo buscan cariño; eso es parte del aprendizaje del proyecto.
Asimismo, pide apoyarlos cuando se los vea vendiendo algún producto, esto es importante porque ellos no pueden conseguir trabajo y el comercio es su única fuente de ingresos.
Nuestro equipo de prensa no solo visitó el Comedor Popular San Calixto, también fue invitado a degustar el almuerzo. Al ser preparado para adultos mayores, contiene verduras que aportan nutrientes y se cocina sin demasiado condimentos.
Cabe aclarar que ese día ninguna persona se quedó sin su ración de alimentos.
Algunos adultos mayores asisten al comedor acompañados de sus fieles compañeros peludos; muchos de ellos solo tienen a sus perros como principal compañía, razón por la que los llevan a donde van.
Las cocineras también piensan en ellos y les preparan algo para comer con algo de menudencias; el día de nuestra visita, el menú fue hígado frito.
Este reportaje fue elaborado en el marco del proyecto de apoyo a la investigación periodística, enmarcado en Periodismo de Soluciones (PdS), desarrollado por la Fundación para el Periodismo y Bolivia Verifica con el apoyo de la National Endowment for Democracy (NED).