Cuerpos hipersexualizados como gancho: la cruda realidad tras la “promoción” de coca machucada en TikTok
Disfrazados de «estrategia publicitaria», estos contenidos promueven la cosificación y la explotación sexual de jóvenes mujeres, pero además, naturalizan en el imaginario social la violencia simbólica y la violencia mediática, con la idea de que las mujeres y sus cuerpos están «al servicio» de los hombres.
Por Patricia Cusicanqui Hanssen y Romer Terrazas Aruni
Son cuerpos hipersexualizados, convertidos en objeto de deseo morboso y casi en mercancía. Los usan para la “promoción comercial” de coca machucada recargada, pero tras el velo de esta esta supuesta estrategia publicitaria se encubren, naturalizan y perpetúan diversas formas de violencia que cosifican, estereotipan y refuerzan los roles de género en el imaginario social.
Estos “videos promocionales” generan cientos, miles y en algunos casos millones de vistas facilitadas por el algoritmo de TikTok y día que pasa siguen sumando likes y comentarios que multiplican aún más su alcance.
Al menos 15 cuentas de almacenes dedicados a la comercialización de coca recargada —la mayoría ubicados en el departamento de Santa Cruz y unos cuantos en el Chapare cochabambino—, usan a mujeres jóvenes como “modelos” para la oferta de estos productos. Pero no es una promoción cualquiera, sino una que recurre a la sexualización de sus cuerpos, de sus vestimentas y sus movimientos, dotándoles de un erotismo que raya en la pornografía.
“En estos videos se manifiesta una violencia extrema, donde se abusa de la imagen de mujeres, mostrándolas en escenas sexualizadas y explícitas que evidencian una profunda violencia simbólica y mediática que ha sido completamente naturalizada en plataformas como TikTok. Bajo un aire aparentemente desenfadado y festivo, estos contenidos promueven y normalizan la explotación sexual de adolescentes y jóvenes mujeres”, alerta Patricia Flores Palacios, magister en ciencias sociales y feminista queer.
La publicación de este tipo de videos a través de la plataforma china comenzó en 2022 y la regularidad con la que se postean varía según los administradores de las cuentas. En cada uno de los perfiles se pueden contar 3, 10, 12, 28 o 66 videos hipersexualizados, pero en al menos dos suman más de 150 y de 200.
En las imágenes se ve a jóvenes luciendo pequeñas y ajustadas prendas de vestir, que incluyen atuendos de cholita. Unas bailan al ritmo del reguetón con letras de alto contenido sexual y otras se mueven eróticamente con el objetivo predeterminado de motivar al placer sexual. En varios de estos videos, las zonas más erógenas de los cuerpos de las muchachas se usan para la reproducción del “ritual” del machucado de la coca.
“Son contenidos que cosifican a las mujeres porque las equiparan con objetos. Por ejemplo, ellas pueden ser la bolsa de coca a la que puedes ‘machucar’; el tronco donde se machuca la hoja entre varios (hombres) y por turnos. Y el martillo se usa, precisamente, con una connotación falocéntrica. Son mensajes que producen y reproducen violencia machista que coloca a las mujeres en subalternidad. Sus cuerpos se muestran como algo que se puede «tomar, usar, machucar y pijchar’”, expone la socióloga e investigadora en ciencias sociales Lopo Gutiérrez León.
El producto que promocionan las jóvenes es la coca machucada recargada, con saborizantes y compuestos químicos y energizantes que prometen “vigor”, “fuerza” y “resistencia”, en un claro guiño al acto sexual. Son, en consecuencia, contenidos pensados especialmente para un mercado mayoritariamente masculino.
“Se expone el placer sexual para hacer atractivo al producto. Y en el modelo machista masculino tradicional esto responde a una práctica que se denomina sexocompulsividad, que promueve justamente eso en los hombres, es decir, hombres siempre dispuestos, listos y con capacidad para múltiples encuentros sexuales. Aquí, el tema del placer está vinculado a la cosificación de los cuerpos de las mujeres”, analiza Jimmy Tellería, experto en masculinidades y director del CISTAC.
Así lo evidencia la interacción que generan los videos. La mayoría de los comentarios, likes y compartidos es de hombres, de Bolivia, pero en algunos casos también de Perú, de Chile y Uruguay. Un video en particular acumula más de 7,4 millones de vistas y otro supera el millón 300 mil.
Las cuentas de TikTok analizadas para el reportaje quedan en el anonimato para no amplificar su impacto.
En otras cuentas, las visualizaciones suman 970 mil, 286 mil, 254 mil, 199 mil, 165 mil, un alcance masivo que se retroalimenta con cientos de miles de seguidores y de “me gusta” en cada uno de los perfiles, pero también con cientos de comentarios y cientos de compartidos, según se pudo establecer mediante el seguimiento y sistematización de estos datos a lo largo de varias semanas.
¿En qué términos interactúan los usuarios? Si bien algunos recurren a un emoticón para expresar su reacción —lo cual también puede tener una connotación altamente sexual según la figura que elijan—, otros son más explícitos sobre la forma en que los videos les estimulan y no se ahorran términos para exponerlo.
“El uso en los videos de frases como ‘vas a ser mi hembra’, las cuales también reproducen los seguidores, no son simples estrategias de marketing, sino manifestaciones de una violencia mediática que normaliza la dominación masculina y la sumisión femenina en espacios digitales de consumo masivo”, advierte Flores.
Tellería recuerda que estas formas de “publicitar” no son nuevas y alerta cómo se han adaptado al nuevo especto comunicacional. En el pasado, dice, hubo una alta tendencia a utilizar la imagen desnuda o semidesnuda de las mujeres como un elemento para motivar la comercialización de productos, y cita como ejemplos los calendarios de baterías, llantas, vehículos, motos y otras mercancías destinadas a los hombres, según los estereotipos de género.
“No es de extrañar que en una práctica repetitiva, mecánica, patriarcal, machista y violenta se sigan utilizando los cuerpos de las mujeres para promocionar productos desde el espacio digital. Lo sorprendente en este caso es que sea para la venta de coca machucada y en los ejemplos que vimos no solo identificamos cuerpos, sino una hipersexualización de la imagen de la mujer”.
Vulneraciones a la norma
La violencia mediática y la violencia simbólica o encubierta están reconocidas en la Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia (Ley 348).
Según el artículo 7 de la norma, la violencia mediática se define como “aquella producida por los medios masivos de comunicación a través de publicaciones, difusión de mensajes e imágenes estereotipadas que promueven la sumisión y/o explotación de mujeres, que la injurian, difaman, discriminan, deshonran, humillan o que atentan contra su dignidad, su nombre y su imagen”.
En cuanto a la violencia simbólica, la ley establece que esta se ejerce cuando se reproducen “mensajes, valores, símbolos, iconos, signos e imposiciones sociales, económicas, políticas, culturales y de creencias religiosas que transmiten, reproducen y consolidan relaciones de dominación, exclusión, desigualdad y discriminación, naturalizando la subordinación de las mujeres”.
De acuerdo con la legislación nacional, este tipo de violencias son sancionables, pero Flores considera que, dada la realidad de la justicia en Bolivia, “con instituciones débiles y vulneración a los derechos humanos”, castigar estas prácticas en redes sociales presenta desafíos enormes.
“La capacidad del Estado para fiscalizar y sancionar estas prácticas es limitada, y la falta de independencia judicial dificulta la aplicación efectiva de la ley. Además, las redes sociales trascienden las fronteras nacionales, lo que complica aún más la tarea de contenidos regulares y perseguir a los responsables”, afirma.
Estas formas de violencia también pueden ser consideradas como discurso de odio en razón de género, pues crean y alimentan un clima de cultura que puede provocar y profundizar prácticas agresivas y discriminatorias basadas en roles, prejuicios y arquetipos asignados a las mujeres.
La elección de TikTok como plataforma de promoción de este tipo de contenidos no es accidental. La red social china ha experimentado un notable crecimiento en Bolivia impulsado por la popularidad de sus videos cortos. Pero en el caso que nos ocupa, este fenómeno trasciende de lo meramente digital a lo político-social, pues sustenta una cruda problemática, como es la violencia machista.
De acuerdo con datos de la empresa Coolosa Comuicaciones, existen al menos 8 millones 800 mil cuentas de TikTok basadas en el país. En 2020, el número de personas con un perfil en esta red social era de 700.600 y hasta mayo de 2024, la cifra se había multiplicado por 12.
Esta alta penetración devela la forma silenciosa, pero amenazante en que este tipo de contenidos hipersexualizados se consumen cotidianamente, naturalizados y sin ningún aporte para el pensamiento crítico.
En criterio de Tellería lo que sucede con los medios de comunicación digital y las redes sociales es una “competencia brutal” frente a todo intento por promover modelos de relacionamiento totalmente contrarios a los que fomentan el machismo y las relaciones desiguales.
“Cuando mostramos estas imágenes y las naturalizamos de la manera en que lo hacen TikTok y otras plataformas, se está reposicionando en el imaginario de los hombres, la idea de que las mujeres siempre habrán de estar disponibles para satisfacer sus deseos. Por un lado, se refuerza una mirada misógina, es decir, de desvalor de las mujeres, porque se las ve como objetos usables, poseíbles y descartables; y por otro, se refuerza una sexocompulsividad fuertemente vinculada con el placer sin responsabilidad, sin compromiso, sin decisión, sin aceptación de un no como posible respuesta y, por ende, esto vulnerabiliza a las mujeres”, afirma.
Este tipo de fenómenos puede explicar, en parte, los altos índices de violencia que reporta en Bolivia el Ministerio Público. Según datos oficiales, entre el 1 de enero y el 15 de abril de 2025, 26 mujeres fueron víctimas de feminicidio en el país y otras 35 estuvieron a punto de perder la vida a manos de un varón.
Asimismo, hasta marzo de este año, se denunciaron 11.711 casos en el marco de Ley 348: 8.936 por violencia familiar o doméstica, 730 por violación, 512 por violación a infantes, niños, niñas o adolescentes, 776 por abuso sexual, y 80 por acoso sexual.
En esa línea, Gutiérrez alerta de los peligros que se ciernen sobre la sociedad cuando “se alimenta una opinión pública que reproduce violencias simbólicas contra las mujeres y las cosifica, lo cual es profundamente violento y patriarcal. Se enfatiza en la idea de que las mujeres y sus cuerpos están al servicio de los hombres, son cuerpos que se puedan tomar, consumir, botar, machucar”.
Flores complementa que al presentar estas prácticas de manera desenfadada y festiva, con videos musicalizados y con aparente humor, “se crea una percepción distorsionada de la realidad donde la explotación sexual se trivializa y se considera aceptable, contribuyendo a perpetuar un ciclo de abuso y desigualdad que afecta principalmente a las mujeres más vulnerables”.
Tania (nombre ficticio) se presenta como modelo y promotora comercial. Esta joven veinteañera vive en Santa Cruz de la Sierra, es mamá de un niño y el padre ha rehuido a su responsabilidad de crianza. Ella cuenta que se ha formado en dos carreras, pero ahora, es la promoción de la coca machucada lo que le permite llevar el sustento a su hogar. Como el resto de las modelos, viste en ropa ajustada y hace su parte del guion para los videos en TikTok. En su cuenta personal de la red social china justifica su trabajo y condena a quienes la descalifican.
En criterio de Flores, estos videos encubren una realidad mucho más oscura. “Tras la aparente promoción de coca machucada se esconde un telón de fondo mucho más grave: la prostitución y la explotación sexual de adolescentes. Estos negocios que se publicitan en redes sociales suelen estar vinculados a extensas redes de la economía que genera el narcotráfico y a menudo encubren actividades de explotación sexual adolescente e incluso infantil”.
La experta explica que con ese fin se selecciona a «bellas jóvenes de hogares de economía austera», aprovechándose de su vulnerabilidad socioeconómica para explotarlas y luego «desecharlas como un trapo viejo», perpetuando así un ciclo de abuso que se ha intensificado.
Para contrarrestar el fenómeno
Deconstruir y desmontar estas formas patriarcales de relacionamiento social es un proceso que demanda de acciones integrales y de largo plazo, políticas públicas, inversión y trabajo coordinado desde el espacio público y privado.
¿Qué proponen los especialistas para hacer frente a este tipo de casos? Gutiérrez plantea que hay que seguir trabajando en la disputa de estos «sentidos comunes», en la desnaturalización de la violencia, en generar otras narrativas respecto de las mujeres, “no como salvadoras ni como villanas, sino como mujeres plurales, capaces y con contradicciones también. Igual creo que hay que desmontar la imagen de esos hombres que consumen y producen ese tipo de material, dar la vuelta a la imagen, ridiculizarlos, reírnos de ellos, usar lo cómico puede funcionar”.
Y precisamente desde el campo de las nuevas masculinidades, Tellería explica que trabajan con varones de diversa edad “para promover el desarrollo de un pensamiento crítico” que se traduzca en prácticas coherentes con el cuestionamiento de toda práctica machista. “Es una labor titánica porque, si bien por un lado vamos dando talleres a los hombres, a los adolescentes, a los jóvenes y a los niños sobre la importancia del respeto y la valoración, por el otro, tenemos una competencia desleal desde las plataformas y los medios de comunicación. Pero hay que seguir en esto”.