Correo del Sur para El Polígrafo
La inflación, medida por el índice de precios al consumidor (IPC), fue de 1,2% en Bolivia durante los primeros seis meses del año, según un informe oficial que la destaca como la más baja de Sudamérica y que hizo noticia recientemente.
¿Cuál es la razón del mínimo aumento de precios en el país? Y, ¿debe preocuparnos?
Un cuadro difundido por el presidente Luis Arce y el Gobierno en su conjunto da cuenta del 1,2% de inflación semestral en Bolivia. Por delante se ubican Ecuador, con 2,2%; Perú, con 4,4%; Brasil, con 4,8%, y le siguen otros seis países. Cierran la lista Venezuela, con 23,9%, y Argentina con 29,3% de inflación.
El cuadro cita como fuentes a los institutos de estadística y los bancos centrales de cada nación.
El Banco Mundial tiene disponibles en línea los datos de inflación por países y, aunque los valores no coinciden porque los periodos de tiempo son distintos, sí sitúa a Bolivia por debajo de otros países sudamericanos, incluidos Surinam y Belice, aunque de este último no hay cifras disponibles.
ANÁLISIS
Tras el informe, varios economistas remarcaron la causa principal de esa estabilidad financiera: los subsidios, que el mismo Gobierno pondera.
El economista y docente Gonzalo Chávez comparte tres explicaciones en sus cuentas en redes sociales. La primera: la inflación es muy baja porque Bolivia tiene “un tipo de cambio real apreciado” que hace que los productos del exterior lleguen muy baratos. Para él, el costo es la caída de las reservas internacionales, que alcanzaron un pico de 15.000 millones de dólares en 2014 y hoy están en $us 4.600 millones.
La segunda explicación: hay “una inflación reprimida” por los “enormes subsidios a los hidrocarburos y a varios alimentos”, principalmente la harina. El economista remarca que los hidrocarburos y el pan tienen “precios sol”, es decir que impactan en otros precios.
¿Cuánto le cuestan los subsidios a Bolivia? El Presupuesto General del Estado (PGE) presupuestó para este año 4.794,6 millones de bolivianos, equivalentes a 688,8 millones de dólares, para la subvención de los hidrocarburos. Sin embargo, puede llegar a $us 1.000 millones tras las previsiones presupuestarias tomadas en marzo por la guerra en Ucrania.
Tercera razón: el crecimiento de la economía boliviana al 6% el año pasado. El “pero” pasa por un crecimiento desigual entre sectores, hace notar Chávez, diferencia que también se nota entre departamentos, según han destacado en varias oportunidades los empresarios, aunque no hay datos disponibles de esto último.
“¿Es malo ‘per sé’ el subsidio? No, pero no es sostenible en el tiempo (…) En el mediano y largo plazo, tenemos que encontrar salidas y sincerar esos precios. Con esos niveles de subsidio el déficit público (la diferencia entre gastos e ingresos) es gigantesco y eso nos va a pasar factura en algún momento”, remarca Chávez.
El beneficio político de mantener los subsidios y, por ende, una inflación baja, salta a la vista.
El investigador y experto en gestión y políticas públicas Enrique Ayo señala a El Polígrafo que “son noticias un poquito apremiantes para el Gobierno” a la par del impacto positivo en el bolsillo del ciudadano, que ve apenas reducida su capacidad adquisitiva a fin de año.
Según su lectura, pesa en la actual situación económica la estabilidad del tipo de cambio ligada a los subsidios, sobre todo al transporte a través del precio de los combustibles.
“Lo negativo, entre comillas, vendría a ser la sostenibilidad de este subsidio (…) La pregunta es: ¿cuánto tiempo voy a poder subsidiar?”, dice al destacar que las políticas económicas definirán esta situación.
Para Ayo, el contrabando también tiene un impacto en la baja inflación, aunque no es un factor definitivo para el Gobierno.
Según un cálculo de la Cámara Nacional de Industrias, en 2020, el contrabando superó los $us 3.000 millones y el contrabando “hormiga”, los $us 1.000 millones.
EL GOBIERNO, ORGULLOSO
La política de mantener los subsidios no es un secreto. Tras el informe de la baja inflación en Bolivia, el mismo ministro de Economía, Marcelo Montenegro, ofreció entrevistas en las que destacó que el Gobierno tomó previsiones ante la situación económica mundial.
“Y eso (la baja inflación) es porque la subvención a los energéticos y la subvención a los alimentos se ha contemplado en nuestro Programa Fiscal Financiero. Hemos hecho como Tesoro y como Gobierno nacional los esfuerzos para implementar este plan”, remarcó en una entrevista ofrecida a El Deber.
Resaltó la labor de la Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos (Emapa), que entre otras tareas subvenciona a productores –específicamente a panificadores– con la entrega de la harina a un precio menor al del mercado.
A la pregunta de hasta cuándo el Gobierno mantendrá las subvenciones, respondió que están presupuestadas para este año y, “en la medida que vayan bajando los precios, que se va viendo una moderación, de seguro que en la próxima gestión (2023) sea necesario tal vez erogar menos en términos adicionales”.
En el caso de Bolivia, el precio del diésel y la gasolina se mantienen fijos desde hace unos 17 años, destaca un estudio realizado por los expertos Mauricio Medinaceli, exministro de Hidrocarburos, y Marcelo Velásquez.
Hubo una excepción de cinco días en diciembre de 2010, cuando el entonces presidente Evo Morales retiró la subvención, lo que aumentó en 57% y 82% los costes de los combustibles y provocó protestas que terminaron revocando la decisión.
INFLACIÓN
La inflación es el alza de precios generalizada y se mide a través del Índice de Precios al Consumidor (IPC) por el Instituto Nacional de Estadística (INE).