Niñas, niños y adolescentes de familias desestructuradas tienen una segunda oportunidad en NPHB

Las y los menores de edad enviados a este refugio viven en un ambiente lo más parecido a un hogar y pueden incluso formarse profesionalmente. Pero otro de los propósitos de esta fundación es la reintegración familiar, siempre que sea segura.

Instalaciones de NPHB, personal y menores acogidos.

«Nuestros Pequeños Hermanos – Bolivia» (NPHB) brinda a niños, niñas y adolescentes de hogares desestructurados y disfuncionales una oportunidad para crecer en un entorno saludable, educarse y prepararse técnica, psicológica y emocionalmente para un futuro más prometedor.

Se trata de un refugio para hijos e hijas de familias que se han visto afectadas por diversas razones y que no tienen a dónde ir. La fundación es responsable de su desarrollo, pero para hacerlo debe trabajar de cerca con la Defensoría de la Niñez de la Alcaldía de Portachuelo y con los juzgados de familia.

Las y los beneficiarios son un grupo diverso y pueden incluso terminar estudios universitarios cuando se lo proponen, pues la fundación les facilita este proceso en la vida adulta, pero el éxito depende en gran medida de su propia responsabilidad y compromiso.

No obstante, NPHB ha entendido también la importancia que tiene el hecho de que las y los menores de edad vivan con sus familias siempre que estas les brindan las condiciones adecuadas. Por eso, en el último tiempo, han desarrollado otros programas que tienen por finalidad la reintegración de los hogares, pero con un intensivo trabajo previo y un constante seguimiento posterior. 

Adicionalmente, en estos casi 20 años de trabajo en el país, también desarrollan tareas de prevención de la violencia y el abandono en su zona de intervención.

Población en riesgo

El psicólogo Mauro Luján explica a Bolivia Verifica que una familia desestructurada o disfuncional es aquella donde hay conflictos, peleas, problemas con adicciones al alcohol u otras sustancias. 

“Esto influye de gran manera en el desarrollo de los hijos, si una niña o un niño crecen en entornos violentos creerán que la violencia está bien y la van a replicar (como victimarios o víctimas)», dice.

Además, estos menores corren varios riesgos, como «sufrir violencia física y psicológica, a veces son explotados laboralmente o sufren abuso sexual. Por el descuido de los padres no asisten a la escuela, carecen de la formación necesaria y cuando son adultos podrían repetir la misma historia”, alerta el experto.

En octubre de 2023 Unicef Bolivia (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, por sus siglas en inglés)  informó que más de 5.000 niñas, niños y adolescentes viven en centros de acogida.

“Están en estos lugares por varios motivos, las autoridades le quitaron la tutela a sus padres por violentos o irresponsables, están abandonados porque se quedaron huérfanos o ningún familiar quiere hacerse responsable”, indica Luján.

“Nuestros Pequeños Hermanos – Bolivia” es una de las instituciones que alberga, precisamente, a niñas, niños y adolescentes que tienen orden de acogida emitida por un juez. Es decir que provienen de familias desestructuradas.

NPHB les brinda apoyo, vela por sus derechos, su educación y alimentación. En el siguiente video, la responsable de la Subdirección administrativa y Financiera de NPHB,  Liliana Lola Chávez, y la coordinadora de comunicaciones, Cesilia Aguilera, explican más sobre la fundación. 

 

 

 

NPHB trabaja bajo la iniciativa llamada “Fortalecimiento familiar y comunitario”, de aquí se desprenden los programas de “Cuidado Residencial”, “Fortalecimiento Familiar” y “Empoderamiento Familiar”.

Cuidado Residencial. De este programa se benefician los menores de edad que tienen orden de acogimiento temporal dictada por un juzgado. Viven en casas “cuasi familiares”.

“Cuando hay niños que tienen hermanitos, viven con ellos y con otros menores de su edad en una de estas casitas. Hay alrededor de seis niños por casa, esa es nuestra metodología de trabajo” explica Aguilera.    

Como siguiente etapa está la llamada «transición a la vida independiente». “Los chicos empiezan con su primer trabajo, con voluntariados para que poco a poco vayan independizándose y puedan ser miembros productivos de la sociedad en un futuro”, dice Aguilera.  

Acá también se contempla el apoyo pedagógico, la fundación ayuda a los menores para que asistan a la escuela. En el caso de la educación primaria cuentan con una escuela dentro de sus instalaciones, en Portachuelo, llamada Padre William Wasson. A ella asiste un promedio de 15 niñas y niños que acoge NPHB, pero también está abierta a otros escolares de la comunidad, sin costo, pues funciona como una escuela fiscal.  

En el caso de la educación secundaria, los adolescentes acogidos por NPHB asisten a un colegio cercano a sus instalaciones, en la comunidad de San Ignacio.

Luego sigue la «etapa de profesionalización», mediante la cual los estudiantes que hayan terminado el colegio y deseen estudiar una carrera profesional en universidades o institutos superiores también reciben apoyo de la fundación. 

“Se les apoya pagando sus universidades, pagando sus gastos de alimentación, educación, higiene, alquileres, servicios básicos. Es amplio el servicio que se les da en este componente de profesionalización”, valora Chávez.

“Es un trabajo en conjunto, ellos están dispuestos a salir adelante, se desemepeñan en sus trabajos en paralelo a sus estudios. Es todo un proceso de mutua colaboración”, dice Aguilera haciendo referencia a que no basta con que querer impulsar a las y los jóvenes, sino, que ellas y ellos también tienen que poner de su parte.

Fortalecimiento Familiar y Empoderamiento. Desde 2021 se desarrolla un programa que consiste en trabajar en los casos de las niñas y niños que son acogidos por NPHB, con la finalidad de analizar la posibilidad de que pudieran retornar con su familia. Si bien en refugio se procura darles el mejor ambiente de desarrollo, la fundación comprende que la cercanía con sus seres queridos es vital para su desarrollo integral.

Por tanto hacen seguimiento regular acerca de la situación de sus familias, para brindar asesoría psicológica y en trabajo social al núcleo familiar. El propósito es que los menores de edad puedan volver con sus familias, pero siempre y cuando se pueda garantizar su seguridad física, emocional y las condiciones económicas estén dadas, pues de ello depende su alimentación, su salud y su educación.

“Cuando es posible y seguro, las niñas y niños vuelven con sus familias y se les apoya para que la familia no vuelva caer en estas heridas o procesos que generan traumas, pero que hay que sanar. Los niños y niñas tienen el derecho de vivir con sus familias de origen, queremos promover y garantizar sus derechos”, indica Aguilera.

Los beneficiarios

La fundación está en Bolivia desde 2005, y ya brindó apoyo a más 100 niñas, niños y adolescentes. Actualmente, bajo su programa de Cuidado Residencial acogen a 45 menores, en sus Casas de Transición se encuentran 15 jóvenes y en la Etapa de Profesionalización están 19 personas.

Además, existen 11 familias reintegradas gracias al trabajo que desarrolló su personal.

Asimismo, se desarrollan estrategias de prevención para evitar que más menores de edad lleguen a hogares o fundaciones de acogida. Con ese fin desarrollan una serie de iniciativas con la comunidad de la zona donde intervienen, para que entiendan que el bienestar y la seguridad de las niñas, niñas y adolescentes debe ser una prioridad.

 

¿Cómo se sostiene?

La responsable de la Subdirección administrativa y Financiera indica que el 90% de apoyo llega del exterior de países como Alemania, Holanda, Estados Unidos, Canadá y que solo el 10% es apoyo local que viene de parte de gobiernos municipales y de algunas instituciones locales.

También cuentan con proyectos como el agrícola y lácteo. En el kilómetro 13 carretera a Santa Rosa tienen predios con 96 hectáreas donde además de las casas “cuasi familiares” está un establo donde se crían a 100 vacas lecheras. La leche que se extrae es empleada para distintos productos derivados que son empleados netamente para la nutrición de los menores.

También siembran yuca y arroz con el mismo propósito. Antiguamente contaban con pozas piscícolas para la crianza de pacú, pero debido a la falta de  dinero para contratar personal que se pueda hacer cargo decidieron dar en alquiler estos espacios. “Los menores de edad no pueden estar trabajando en estos proyectos porque tienen que dedicarse a sus estudios”, aclara Chávez.

Todas las personas e instituciones que deseen brindar sus aportes lo pueden hacer de manera económica, o en insumos como material de aseo, alimentos no perecederos, siendo voluntarios en distintas áreas profesionales como salud, trabajo social, entre otros. Las y los interesados deben contactarse con NPHB mediante el número 68923796 o haciendo clic aquí.

Algunos inconvenientes que enfrentan

La fundación indica que en los casos de reintegración familiar y otros en el ámbito legal deben realizar “mucho papeleo” que demora bastante tiempo y solo perjudica a los menores de edad. Por ello esperan que este tipo de trámites se desarrollen con mayor celeridad sin que eso signifique garantizar que los procesos sean transparentes, de modo que se garantice siempre el bienestar de las y los menores de edad.

Aguilera y Chávez le piden a la sociedad no quedarse con los brazos cruzados y apoyar a los menores que lo necesiten y a sus familias. A la vez coinciden en que el bienestar de todas las niñas y niños es tarea de todos.

 

Este reportaje fue elaborado en el marco del proyecto de apoyo a la investigación periodística, enmarcado en Periodismo de Soluciones (PdS), desarrollado por la Fundación para el Periodismo y Bolivia Verifica con el apoyo de la National Endowment for Democracy (NED).

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