Los residuos tecnológicos también se reciclan; Bolrec hace este trabajo en Bolivia
Cada boliviano genera aproximadamente seis kilos de residuos electrónicos cada año, lo que significa que anualmente se generan 80.000 toneladas que deberían ser desensambladas y tratadas para evitar contaminar el medio ambiente y dañar la salud humana.
María del Rosario Montero tiene distintos contenedores para los desechos de su hogar: en uno va la basura, en otro dispone el material reutilizables y también tiene un espacio para residuos electrónicos.
Con los dos primeros, no tiene mucho problema, pero conoce que los últimos pueden ser altamente contaminantes y no siempre tiene la forma de deshacerse de ellos.
“A veces llamo a las personas que ofrecen comprar todo y así logro despejar mi pequeño altillo”, dice Rosario. Lo que ignora es que hay empresas dedicadas a la recolección de estos materiales y que si contacta a una puede tomar la decisión correcta.
La problemática de no saber cómo desechar adecuadamente celulares en desuso, audífonos o mouses que ya no funcionan constituye un desafío en Bolivia, agravado por los riesgos ambientales que conlleva desecharlos a los contenedores de basura. Ante esta situación, Bolrec SRL, una de las empresas de tratamiento en el país, con sede en Santa Cruz, se presenta como una opción para abordar este problema.
Bolrec nació en 2014 como un proyecto de responsabilidad social de la empresa Coacom que tiene oficinas en el eje troncal del país.
Bolrec recolecta y desensambla los artefectos
Carlos Borja, gerente de Bolrec, explica que la labor de la empresa se centra en la recolección de Residuos de Aparatos Electrónicos y Eléctricos (RAEE). El servicio que brindan es de recolección y traslado de los residuos hasta su planta ubicada en el Parque Industrial Latinoamericano en Warnes. Luego, en esta instalación, sus expertos desensamblan los dispositivos y los clasifican por tipo de material. “Por ejemplo: plástico, metal, circuito integrado, disco duro, aluminio”.
Posteriormente, estos materiales son separados en contenedores y exportados a países como Estados Unidos, donde reciben un tratamiento especializado para su reutilización.
Borja destaca que “en Bolivia solamente se pueden tratar algunas baterías de plomo o algún tipo de plásticos, pero la gran mayoría de los elementos que componen los residuos electrónicos deben ser exportados a plantas especializadas donde hacen una gestión específica sobre ellos para recuperar metales y reincorporarlos a la cadena de producción como materia prima.
Bolrec trabaja con empresas a través de acuerdos de prestación de servicios, cumpliendo con la Ley 755 de Gestión Integral de Residuos. “La ley es clara y obliga a las empresas a hacer una disposición final de estos residuos a través de operadores como nosotros”, menciona el gerente de Bolrec.
Detalla que aunque el único punto de recolección que tienen se encuentre en Warnes, ellos realizan campañas cada cierto tiempo en coordinación con los gobiernos municipales para facilitar la recolección de residuos tecnológicos en todo el país, sin costos para la población.
Incentivos para que la recolección de los residuos
En cuanto a posibles incentivos, durante las campañas, algunos municipios ofrecen pequeños incentivos, como plantines, a quienes participan en la disposición adecuada de sus residuos. Borja subraya la importancia de que la población tome conciencia sobre los riesgos ambientales asociados con el mal manejo de estos aparatos.
En términos de estadísticas, Borja revela que, en promedio, cada boliviano genera seis kilos de residuos tecnológicos al año, sumando un total de casi 80.000 toneladas anuales.
Desde su fundación en 2014 hasta 2020, Bolrec ha reciclado 1.200 toneladas de RAEE y exportado 52 toneladas de materiales, lo que demuestra la necesidad de una mayor conciencia y participación.
Además de Bolrec SRL, existen otras cuatro empresas similares en Bolivia, como Recitronik y Recumet en Cochabamba, Fundare en Santa Cruz y Reecicla en La Paz. Estas empresas enfrentan el desafío común de la falta de conciencia ciudadana y empresarial sobre la importancia de la recolección adecuada de estos materiales.
De acuerdo con el medio estadounidense Red Hispana, un dispositivo electrónico puede tardar hasta 4.000 años en descomponerse. Ante este dato, se subraya la necesidad de tratar la gestión de residuos electrónicos con la misma seriedad que la de otros materiales reciclables, como papel o botellas PET.
Cómo desechar los RAEE
Borja recomienda a la población almacenar los residuos eléctricos en sus hogares hasta las campañas de recolección para evitar la contaminación.
Hasta ahora, por falta de información y conocimiento, la gente suele desechar este material junto con los residuos comunes y la basura, pero esto representa una doble pérdida.
Por un lado, como ya se dijo, los equipos contienen material valioso a ser reutilizado (cobre, aluminio y otros). Pero además, podemos generar un alto daño al medio ambiente y al ser humano, dado que estos aparatos contienen sustancias peligrosas como los refrigerantes y metales.
Según la revista National Geographic, cada año se generan cerca de 50 millones de toneladas de desechos electrónicos y la mayoría no pasa por el sistema de reciclaje óptimo para el medio ambiente, lo que puede llegar a afectar a la salud de los humanos.
En este artículo explica detalles como que los aparatos y accesorios albergan en su interior “una serie de materiales altamente contaminantes”. Así en los residuos electrónicos “encontramos materiales peligrosos como metales pesados: mercurio, plomo, cadmio, plomo, cromo, arsénico o antimonio, los cuales son susceptibles de causar diversos daños para la salud y para el medio ambiente”.
En especial —añade—, el mercurio produce daños al cerebro y el sistema nervioso, el plomo potencia el deterioro intelectual; el cadmio, puede producir alteraciones en la reproducción e incluso llegar a provocar infertilidad; y el cromo, está altamente relacionado con afecciones en los huesos y los riñones.
Un solo tubo de luz fluorescente puede contaminar 16.000 litros de agua; una batería de níquel-cadmio de las empleadas en telefonía móvil, 50.000 litros de agua; mientras que un televisor puede contaminar hasta 80.000 litros de agua.