Los lápices que reescriben la historia de la naturaleza
2.500 biolápices fueron creados a mano y con material ecoamigable en la ciudad de Tarija. Esta iniciativa busca crear conciencia sobre la importancia del cuidado del medio ambiente. La Empresa Municipal de Aseo proyecta para este 2024 la elaboración más biolapiceras.
Marcelo Blanco/Jesús Vargas Villena
Un lápiz, un nuevo árbol. Ese es el eslogan y, en realidad, el fin con el que se realizaron 2.500 biolápices en la ciudad de Tarija, cada uno con una semilla en su cola. Sí, en lugar del característico borrador, hay una pequeña semilla envuelta en papel para dar aire a la ciudad.
“Hemos evitado la tala de un árbol maduro y hemos dado vida a 2.500 plantines de diferentes especies”, resalta Edwin Pérez Choque de la Entidad Municipal de Aseo de Tarija (EMAT).
Edwin es un ingeniero que se encuentra a cargo de la Unidad de Educación Ambiental en EMAT, dependiente del Gobierno Autónomo Municipal de Tarija.
¿Por qué se ha evitado la tala de un árbol? La respuesta es simple. Para la producción de lápices se recurre a la tala masiva de árboles.
La idea de este proyecto es que en lugar de adquirir lápices de madera, se puedan hacer los biolápices, que además, llevan consigo una semilla que dará vida a una nueva planta.
Tala de árboles
A nivel mundial, cada año son talados 82.000 árboles para fabricar 2.000 millones de lápices tradicionales de madera. Cada árbol sirve para producir unas 170.000 unidades.
Si bien la fabricación de lápices no es la principal causa de deforestación en el mundo, sí genera un impacto ambiental. Un informe de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos (NASA) indica que la Tierra perdió en en 2021 casi 26 millones de hectáreas de cubierta forestal, lo que es un área más grande que el Reino Unido.
En el caso de Bolivia, el informe especializado de Global Forest Watch (GFW) reporta que en 2022, ocupa el tercer lugar entre los países del mundo con mayor pérdida de bosques tropicales primarios: 272 097 hectáreas de desmontes, sin contar las pérdidas relacionadas con los incendios forestales.
Bolivia no es un país reconocido a nivel internacional como fabricante de lápices tradicionales, y las exportaciones de este producto significan menos de un millón de dólares anuales, pero sí tiene un alto valor en la importación.
En un promedio anual, Bolivia importa más de 3 millones de kilos en lápices, según datos de la plataforma digital de comercio exterior Veritrade, lo que se resume en cientos de hectáreas de bosque.
¿Cómo se hacen los lápices ecológicos?
La respuesta se toma unos minutos en aparecer. Edwin saca una mesa de las oficinas de EMAT que la coloca en el patio central, un espacio que está rodeado de letreros de educación ambiental, y algunos basureros rotos por arreglar, los que fueron rescatados de las plazas de la sureña ciudad.
El ingeniero ambiental pone sobre la mesa de metal un mantel rojo, papel periódico, finas láminas de grafito, un vaso de plástico que contiene la mezcla de pegamento con agua, y ¡manos a la obra!
“No voy a hablar nada mientras hago”, dice el funcionario municipal, pero sus manos dan la respuesta a nuestra pregunta. El ingeniero pone el pegamento en unas láminas de periódico cortadas en forma rectangular que las va envolviendo al grafito, como si estuviese haciendo unos finos rollitos de queso.
“Exageradamente en unos 10 minutos ya podemos tener un biolápiz”, dice al terminar la primera muestra.
La mayoría de los biolápices realizados en EMAT están siendo utilizados en diferentes colegios de la ciudad de Tarija como material académico. “Gracias Bolivia Verifica por la visita” son las primeras palabras escritas con el biolápiz recién terminado.
¿Cómo surge el proyecto?
La idea emerge en el periodo de pandemia. “Han pasado dos años que hablamos del cuidado ambiental desde un lápiz”, recuerda Carol Mancilla Sánchez, coordinadora del colectivo Infinitum.
Carol explica a Bolivia Verifica que a través de este lápiz se puede hablar de la reducción de gases de efecto invernadero, el cambio climático y el consumo responsable; entonces, mediante esta iniciativa se abría la posibilidad de visitar unidades educativas.
“Si ellos —los estudiantes— desean hacer su pequeño emprendimiento a través de estos biolápices, pueden generar su propia economía”.
La emprendedora explica que se genera un efecto de economía circular, donde los jóvenes pueden dar un aporte a su familia. “Es algo súper simple, cerramos un ciclo”.
Carol recuerda que vio esta alternativa como una iniciativa que sea el puntapié para tratar todos los temas citados.
“Estaba buscando en toda Bolivia grafitos, en mi departamento —Tarija— pude encontrar unos cuantos y después busqué afuera”.
Refiere que en tiempos de pandemia observaba opciones para crear lápices más ecológicos, “nos costó encontrar el grafito, pero después lo logré”.
La joven activista explica que la idea de un emprendimiento social es de transmitir a otras personas lo fácil que es ahorrar, compartir y transferir los cuidados desde un “lapicito”, según explica con ese característico diminutivo tan utilizado en la jerga tarijeña.
Los primeros biolápices de este proyecto fueron realizados en mayo de 2020. La alianza con EMAT fue estratégica para tener un mayor alcance.
Edwin Pérez de la Unidad Ambiental de EMAT recuerda que vio unos videos en internet sobre los biolápices y le parecía una idea fácil de aplicar en su ciudad. “Dijimos vamos a replicar, tenemos todos los materiales, es como una manualidad… no es difícil”.
La Unidad de Educación Ambiental de EMAT surgió en 2017 con el objetivo de concientizar a la ciudadanía sobre la importancia del cuidado del medioambiente. Desde esta instancia, se ejecutaron una serie de proyectos educativos entre charlas, concursos y juegos interactivos.
Con la creación de la citada unidad, EMAT dejó de ser visto como el ente que solo se dedica al recojo de basura a una instancia municipal dedicada al desarrollo sostenible.
Entre una serie de iniciativas, el personal de esta unidad decidió apoyar el proyecto de los biolápices. Con un presupuesto corto, por no decir nulo en esta área, se consolidaron dos alianzas estratégicas para ejecutarlo: con el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés) y con la empresa Monopol.
WWF apoyó con la entrega de la materia prima para la realización de un lápiz que es el grafito, y Monopol se comprometió en dar la cantidad necesaria de pegamento líquido para las unidades educativas que se unan al proyecto.
El ingreso de WWF en el proyecto tiene su historia particular, según recuerda la coordinadora del colectivo Infinitum.
“Me lancé un poquito al éxito yendo a hablar con don Samuel La Madrid que es el coordinador aquí en Tarija de WWF; él conoció los lápices primero; obviamente, muy artesanales”.
Carol Mancilla relata que mostraron a la WWF unos lápices que habían realizado de manera artesanal, tomando en cuenta las dificultades que se tenía para conseguir el grafito.
“Les gustó, dieron recomendaciones y nos compraron en sí para que podamos seguir haciendo más actividades dentro del colectivo”.
La sorpresa de Carol se dio cuando recibieron la invitación de la WWF de participar en una feria ambiental organizada en el parque Bolívar de la ciudad de Tarija, donde les pidieron que lleven sus lápices ecológicos, porque había la posibilidad de iniciar un proyecto para trabajar en las unidades educativas.
Otra de las empresas que se unió a la iniciativa es elPeriódico de Tarija, un medio de comunicación impreso que diariamente entrega papel periódico a EMAT. “Mientras podamos aportar con el reciclaje del papel periódico y seguir esa línea de conciencia ambiental, lo haremos como medio impreso”, dijo brevemente su director Julio Roca Laguna a Bolivia Verifica.
Manos a la obra
“Lo hacemos a base de periódico, carpicola, agua y grafito que tarda 24 horas en secar. Al día siguiente se corta para proceder al tajado”, enseña Carol.
“Es una experiencia muy fácil, un periódico lo puedes conseguir en cualquier lugar”, agrega la estudiante Lizeth Mariel Lozano de la promoción 2023 del colegio American School.
La campaña inició con la capacitación y concientización en diferentes unidades educativas de la ciudad de Tarija. “Consistió en que un estudiante le daba a otro el biolápiz, tipo trueque por su lápiz tradicional”, explica Carol.
Este fue el inicio de un proyecto que ganó seguidores en todo el país. Al precio unitario de Bs 3, los biolápices fueron vendidos a organizaciones no gubernamentales que se identifican con la causa ambiental.
Se hicieron biolápices personalizados para el Grupo de Trabajo de Cambio Climático y Justicia de Bolivia (GTCCJ), WWF Bolivia, el colectivo Angirü y el Movimiento de Comida Consciente, entre otros.
Con EMAT se iniciaron capacitaciones en unidades educativas particulares, de convenio y fiscales del municipio de Cercado.
Los colegios donde se empezaron a realizar los lápices ecológicos fueron: Lindaura Campero del área fiscal, Jesús de Nazareth de convenio y American School de los particulares.
También se trabajó en el área rural de la provincia Cercado, específicamente en la comunidad de San Andrés en la unidad educativa Pedro Ribero.
En total fueron realizados 2.500 biolápices, según resalta el ingeniero Edwin Pérez, orgulloso del trabajo realizado.
Y es que cada uno de los lápices ecológicos entregados, llevaba en la parte superior una semilla. Sí, la semilla de la esperanza.
“Veo estos lápices y además de todo lo que se ha explicado, veo una oportunidad”, fueron parte de las palabras del alcalde de Tarija Jhonny Torres Terzo en el acto de presentación que fue realizado en octubre de 2022 en plena plaza principal de la capital tarijeña.
En la misma línea, el director de EMAT Waldo Romero Laguna destacó la unión de esfuerzos entre el Gobierno Municipal, la empresa privada, organismos no gubernamentales, unidades educativas, y colectivos como Infinitum que hicieron posible este proyecto a favor de la conciencia ambiental.
Educación ambiental
Con algunos lápices desgastados en las manos, cinco estudiantes de la promoción 2023 del colegio American School de la ciudad de Tarija resaltan el trabajo efectuado. María José Yuca Méndez, Lizeth Mariel Lozano, Franco Emanuel Cruz Ruiz, Milena Antoinette Zenteno y Argel Sebastián Jerez Otondo, comparten su experiencia con la fabricación de los lápices ecológicos.
“Esta es una solución como jóvenes para transmitir conciencia de acá a las futuras generaciones de Bolivia sobre un avance más ecológico”, resalta Franco Emanuel.
Los jóvenes se adentraron en el proyecto cuando estaban en la prepromoción y no solo que fabricaron lápices para uso propio, sino que entendieron la importancia de la economía circular y sus beneficios.
“Es prácticamente como una manualidad y hasta sirve para quitar el estrés”, agrega María José, una de las estudiantes que luce radiante su uniforme de promoción, el cual combina los colores del colegio: rojo con negro.
Erick Eduardo Saravia Garzón es el “profe de mate” y además, tutor de esta promoción, quien resaltó que el proyecto prácticamente llegó para quedarse, teniendo a los propios estudiantes como instructores.
Erick, como buen profesor de Matemáticas, sabe que este tipo de iniciativas siempre suman.
Al terminar la entrevista, Edwin Pérez de EMAT escribe unas notas en nuestra agenda con el lápiz terminado, nos lo entrega con su respectiva semilla, y una pequeña bolsa de abono orgánico con la promesa de que en este 2024, el proyecto extienda más raíces; ahora con la fabricación de “biolapiceras”. Sí, más notas positivas por contar y anotar.
Este reportaje fue elaborado en el marco del proyecto de apoyo a la investigación periodística, enmarcado en Periodismo de Soluciones (PdS), desarrollado por la Fundación para el Periodismo y Bolivia Verifica con el apoyo de la National Endowment for Democracy (NED).