Decenas de voluntarias se movilizan para preservar el Titicaca: concientizan y recogen toneladas de basura

Mujeres indígenas, líderes en sus comunidades lacustres de Bolivia y Perú, se organizan para tomar acción ante los daños medioambientales, pero además fortalecen sus capacidades y se empoderan.

Recolección de basura en inmediaciones del lago. Foto: Mujeres Unidas en Defensa del Agua.

J. Alexis Candia Pedraza

«Si no hay agua, no hay vida», reflexiona Rosa Jalja, una líder de su comunidad, comprometida con la preservación del lago Titicaca y voluntaria de una iniciativa que moviliza a decenas de mujeres que toman acción para mitigar la contaminación ambiental y comparten sus conocimientos con otros para generar un mejor impacto.

Jalja dice que ello se suman otras amenazas, como las sequías y el cambio climático, por lo que es importante «tomar conciencia» y asumir medidas cuanto antes.

«¿Si no hay agua qué alimento va a producir? Ahora más que nunca hay que trabajar mucho más en este tema», asegura Jalja en relación a los efectos que causan estas problemáticas en la actividad pesquera, que es fuente de alimentación e ingresos para varias comunidades asentadas alrededor del Titicaca.

Ella y al menos medio centenar de habitantes de esa zona, tanto de Bolivia como de Perú, se han organizado en torno a Mujeres Unidas en Defensa del Agua, una organización conformada por mujeres indígenas líderes que trabajan para mantener «vivo» al lago sagrado.

Vilma Paye también forma parte de esta red de voluntarias y es la representante de una comunidad ubicada en el municipio boliviano de Copacabana. «Todo lo natural es sagrado para nosotros, los aimaras. Para nuestra cultura, el lago es el origen de la Madre Tierra, de la Pachamama. Entonces, debemos cuidarlo», afirma.

Imagen referencial. Créditos: Pixabay.

¿Cómo nace esta iniciativa y a qué se dedica?

Mujeres Unidas en Defensa del Agua se gestó en 2016, por iniciativa de las propias mujeres que vieron la necesidad de hacer algo para combatir la contaminación. Su ímpetu despertó el interés de Agua Sustentable, una organización de la sociedad civil que apoya su proyecto.

Actualmente, suman cerca de 50 mujeres líderes y voluntarias de la red binacional en defensa del lago Titicaca. Su presencia abarca los municipios bolivianos de Copacabana, Huatajata, Pucarani y Laja; mientras que en Perú están los municipios de Ácora, Capachica y Puno.

Sin embargo, se prevé que más mujeres se sumen al movimiento. Jaime Quispe Poma, director ejecutivo de Agua Sustentable, pondera que las «Bartolinas» se articularon a Mujeres Unidas en Defensa del Agua, lo cual favorece a su fortalecimiento y al avance de los proyectos, sobre todo en el lado de Bolivia.

Las participantes son capacitadas y reciben el asesoramiento de Agua Sustentable, entidad que trabaja en esta temática desde 2012. Pero la formación no se reduce solo a temas medioambientales, sino que también su apuesta por el empoderamiento de las mujeres.

Vista del lago Titicaca desde Copacabana, Bolivia. Foto: J. Alexis Candia.

Gracias a este apoyo, cada una de las mujeres que conforman la red de mujeres en defensa del Titicaca se han constituido en promotoras y activistas ambientales. Tal es el caso de Vilma Paye, quien ingresó a esta organización hace tres años y ahora destaca como una lideresa de este movimiento:

«Las mujeres indígenas son las que tienen más conciencia de la contaminación, hemos empezado a hacer campañas de limpieza con los jóvenes y con unidades educativas aquí en Copacabana. Y ya nos hemos ido reuniendo con otras provincias que también son circundantes al lago», cuenta Paye, quien es representante de las Bartolinas en su comunidad.

Niños y lideresas en una limpieza de 2021 en Copacabana. Foto: Mujeres Unidas en Defensa del Agua.

El Fondo Canadiense para Iniciativas Locales (FCIL) fomenta, junto a Agua Sustentable, la implementación de Mujeres Unidas en Defensa del Agua, con la finalidad de aumentar la calidad de vida de este sector vulnerable.

«Con las mujeres lideresas he aprendido que tenemos que estar siempre conectadas con la naturaleza», dice Paye, quien reconoce que antes de sumarse a esta iniciativa no había desarrollado una «conciencia ambiental, como no lo hacen la mayoría de citadinos».

Las actividades desarrolladas por las voluntarias

Las defensoras del lago Titicaca realizan diferentes campañas de limpieza y concientización junto a instituciones como la Armada boliviana, los gobiernos municipales de la zona, estudiantes y jóvenes activistas.

«En un año (2021) hemos hecho como tres campañas de limpiaza. Y ahí hemos visto un carro basurero, calculando más o menos que hemos recogido entre 12 y 15 toneladas de basura», rememora Paye.

Desde entonces y en los siguientes años, la iniciativa se replica con menos frecuencia, pero con éxito. Por cada una de estas actividades, que moviliza a decenas y decenas de personas, se logran retirar entre tres y cinco toneladas de residuos, afirma.

Mujeres en plena acción durante una campaña de limpieza.

La periodista y lideresa en Copacabana Rosa Jalja, destaca que la población asentada en el Titicaca ha comprendido la importancia de preservar el lago, por ende, considera «un logro» el ver menos botellas y residuos en el paisaje. Ahora, «hay un lugar (bote de basura) donde depositar los desechos».

De la misma manera, Jalja considera que el activismo de su organización ha establecido nuevos hábitos en las comunidades, especialmente en los pescadores quienes «tomaron conciencia y cada viernes hacen una limpieza».

Campaña de limpieza efectuada en el municipio boliviano de Huatajata.

Adicionalmente, la periodista en Radio Copacabana resalta que las limpiezas «masivas» en el Titicaca se ejecutan al menos una vez al año. «Se ha trabajado con todas las organizaciones, no solamente con el alcalde y sus funcionarios, sino con los presidentes de 11 secciones del municipio», dice Jalja.

A estas actividades que movilizan a las y los pobladores se suman las acciones de capacitación que desarrollan las propias activistas y voluntarias, por lo general con estudiantes de primaria y secundaria, porque llegar a los más jóvenes tiene un alto impacto.

Por otro lado, Paye comenta que han comenzado a incursionar en el turismo comunitario, con la finalidad de concientizar a los habitantes de este sector en cuanto a la contaminación generada al pescar. «Hacemos un mal uso de la pesca. No los dejamos ni crecer a los peces», observó.

Según Paye es importante que el Gobierno brinde a las comunidades talleres sobre el «sembrado» de peces, energías renovables y educación ambiental. «Si no tenemos conciencia de cómo manejar el turismo comunitario también podemos contaminar», sentenció.

Desafíos en la preservación del medioambiente

Vilma Paye es arquitecta de profesión y argumenta que mientra vivió en la ciudad estaba más ocupada en generar dinero o marcar una tarjeta para cumplir ocho horas de trabajo, pero nunca se detenía a pensar en la naturaleza.

En consecuencia, ella cree que la población urbana debe «conectarse con el campo» para apreciarlo como «algo sagrado que es nuestra vida». En su criterio, dicha interacción se podrá conseguir mediante cambios en los hábitos diarios, como la separación de basura, reutilizar envases, cuidar las plantas del hogar e incluso cultivar alimentos.

La lideresa Rosa Jalja valora la labor que desarrollan sus compañeras voluntarias, pero cree que más mujeres deberían sumarse a esta cruzada y también demanda mayor apoyo institucional y estatal, por ejemplo con la dotación de herramientas de trabajo como carros recolectores de basura. «Esperamos este apoyo, nosotros podemos continuar, hay ganas», afirma con entusiasmo.

Agua Sustentable, por su parte, apuesta por que las lideresas no solo sean expositoras en eventos, sino que sus voces también sean escuchadas para delinear políticas públicas. «Es importante que puedan ser tomadas en cuenta», manifiesta Jaime Quispe.

Encuentro de las lideresas peruanas y bolivianas.

 

Este reportaje fue elaborado en el marco del proyecto de apoyo a la investigación periodística, enmarcado en Periodismo de Soluciones (PdS), desarrollado por la Fundación para el Periodismo y Bolivia Verifica con el apoyo de la National Endowment for Democracy (NED).

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