Narrativas discriminatorias se interponen en la cultura del carnaval y la presencia LBGTI+
El rechazo a la participación de “los incas” en el Carnaval de Oruro disparó la emisión y circulación de mensajes cargados de prejuicio, discriminación y odio, tendientes a generar retrocesos en materia de DDHH y violencia.
La participación de representantes y colectivos LGBTI+ en el carnaval de Bolivia no es nueva y una serie de hitos han tejido su histórica presencia en las diversas festividades. Promover la inclusión y el respeto, derribar los prejuicios y eliminar la discriminación han sido los objetivos y los logros, pero lo sucedido recientemente con los incas del Gran Poder ha reflotado la narrativa segregacionista pese a los avances.
Una ola de mensajes en redes sociales han develado posturas discriminatorias que promueven la emergencia y la circulación de discursos de odio, generando un clima de violencia hacia determinados colectivos.
Cuando se supo que la pareja de bailarines pretendía participar en la entrada del Carnaval de Oruro —uno de los eventos más importantes en esta temporada a nivel global— y que su solicitud fue rechazada, el hecho se convirtió en noticia y luego se viralizó en la red.
“Yo sé que no voy a entrar en el Carnaval de Oruro, es, de hecho, porque las fraternidades folklóricas no nos llamaron, pero no porque no quieran. He recibido bastantes mensajes de todas las fraternidades dándonos apoyo, pero lamentablemente no nos llamaron porque no quieren sufrir amedrentamiento”, denunció el 10 de febrero Franco de la Cuenca, uno de los bailarines.
En una conferencia de prensa realizada en La Paz, De la Cuenca responsabilizó al presidente de la Asociación de Conjuntos Folklóricos de Oruro (ACFO), Jacinto Quispaya Sánchez, de la discriminación y los amedrentamientos que él y su pareja sufrían a raíz de este hecho.
La ACFO, según la Ley 602, que declara a la ciudad de Oruro capital del folklore de Bolivia, es una de las entidades encargadas de organizar la Entrada del Carnaval de Oruro, en coordinación con la municipalidad y el Comité Departamental de Etnografía y Folklore.
La denuncia tuvo eco en diferentes medios de comunicación del país, surgiendo una controversia en las redes sociales sobre la “pertinencia o no” de la participación de esta pareja de bailarines en la también llamada peregrinación al templo de la Virgen del Socavón.
De los discursos discriminatorios se dio paso, incluso, al insulto de carácter regionalista. El regionalismo es uno de los problemas más arraigados en Bolivia, generando fracturas entre culturas y regiones, por temas raciales y culturales.
Un post de la página De Ida y Vuelta-Noticias en Facebook es ejemplo de ello. Allí se informó que Franco de la Cuenca, más conocido como “el inca”, participaría, el 18 de febrero, en el Anata Andino de la ciudad de El Alto y no en el Carnaval de Oruro, a causa de los amedrentamientos que recibió.
Hasta el cierre de edición de este artículo, se habían generado más de 7 mil comentarios y 24 mil reacciones a la publicación La mayoría de los comentarios denotan la intolerancia frente a las diversas identidades sociales, poniendo en evidencia las dificultades que atraviesa la convivencia democrática en una sociedad compleja y diversa como la boliviana .
“No entiendo cómo dicen (que participarán) con la bendición de Dios y hacen lo que hacen. Además, tienen que aprender a respetar las costumbres de cada lugar y Oruro las tiene. Este par cree que todo el mundo tiene que dejar que hagan lo que ellos quieren sin respetar las costumbres; bien por Oruro, que se hagan respetar”, es uno de los comentarios en el post, el cual tiene 54 reacciones, la mayoría de aprobación.
“Para qué invitan a estos tipos a El Alto, aquí también son personas no gratas, son mal ejemplo para las personas humildes y para los jóvenes”, dice otro de los comentarios que también cuenta con más de 50 reacciones de apoyo.
“Tienen problemas psicológicos o quizás psiquiátricos, por su condición”, cita otro comentario. “Se olvidaron su brasier”, agrega otra usuaria.
La revelación de “los incas” y las reacciones generadas
En la Entrada del Gran Poder, realizada en La Paz el 11 de junio de 2022, llamó poderosamente la atención de los espectadores la participación de la fraternidad Raymis, que como cada año representó la danza de los incas. Pero esta era la primera vez que Franco de la Cuenca y Ariel Ledezma hacían su ingreso.
Ambos bailarines hicieron su paso por las calles paceñas con diminutos trajes de incas, mostrando sus esbeltos y trabajados cuerpos y constituyéndose en el centro de atención.
Las imágenes de ambos se hicieron virales en las redes sociales y fueron difundidas por diferentes medios de comunicación.
Días después, se tomó conocimiento de que los danzarines eran pareja y que incluso, tenían intenciones de casarse, hecho que derivó en la emisión de mensajes discriminatorios y promovió la circulación de discursos de odio, especialmente contra el colectivo LGBT+ (Lesbianas, gay, bisexual, trans e intersexual).
“Personajes raros”, es uno de las calificativos que usaron en las redes sociales en contra de ambos, tras hacerse pública su preferencia sexual.
La festividad del Señor Jesús del Gran Poder es una celebración pagano-religiosa que combina costumbres cristianas con prácticas de la cultura andina, se desarrolla cada año en la ciudad de La Paz y su máxima expresión es la denominada entrada o peregrinación por el centro de la ciudad.
Se trata de uno de los eventos culturales, religiosos y turísticos con mayor visibilidad del país, y las 69 fraternidades folklóricas que participan no escatiman en nada para resaltar. No solo invierten miles y miles de dólares, sino que invitan a personalidades de diversos ámbitos para lograr mayor exposición y renombre.
Por la popularidad que obtuvieron en su participación en dicha festividad, Franco y Ariel fueron invitados luego a otras festividades folklóricas en diferentes regiones del país.
Sin embargo, no pudieron participar en la mayor demostración folklórica del país: el Carnaval de Oruro, por la negativa de parte de los organizadores.
El presidente de la Asociación de Conjuntos Folklóricos de Oruro, Jacinto Quispaya, había afirmado el 4 de febrero que sí recibió una llamada del representante de ambos bailarines expresándole el deseo de ambos de formar parte de una fraternidad de tobas.
La respuesta fue negativa y el dirigente arguyó que la entrada folklórica tiene una “connotación religiosa” y devocional a la Virgen del Socavón, por tanto no caben consideraciones de otro orden como, por ejemplo, invitar a figuras públicas. La frase con la que selló su postura fue: “Peor a gente que haya mostrado en otras festividades una distorsión en la esencia misma de la danza en la que participaron”.
Pese a estas declaraciones, en la entrada del Carnaval de Oruro realizada este sábado 18 de febrero sí se vio participar a personalidades públicas como reinas de belleza, la actriz Carla Ortiz o Cristian Pérez Sejas, conocido popularmente como el “Ken boliviano”, quien incluso bailó llevando un traje de inca, contradiciendo por completo el discurso del presidente de la ACFO.
@nidiaavargas En el carnaval de Oruro Ken boliviano bailando Incas 🎶#ken boliviano #carnavaldeoruro #carnavaldeoruro2023🇧🇴 ♬ sonido original – Nidia Vargas
“Hemos recibido bastantes (amenazas) de gente malintencionada”, le dice Franco de la Cuenca a Bolivia Verifica, sobre los ataques contra él y contra su pareja en las redes sociales. Advertencias que pudieran manifestarse luego en formas de violencia explícita.
“Ya viene el desfile del orgullo gay. Ahí no tendrán problema. Todo en su lugar. Y cada quien como quiere vivir. Sin que nadie se ofenda. Ellos quieren ser gay, ya tienen su pasarela. Ahí hagan lo que les dé la gana”, se lee en uno de los comentarios a una publicación de la radio Luis de Fuentes sobre el tema en su cuenta de Facebook.
De la Cuencia cree que el principal motivo por el que no les permitieron ser parte del Carnaval de Oruro es la popularidad que consiguieron como pareja. Y admite que se sintió vulnerable por lo manifestado en internet.
“Te atacan bastante en redes sociales, pero no así en las calles, donde vemos un cariño inmenso”.
El bailarín sí identifica discriminación en su caso, porque personajes como el denominado “Ken boliviano” sí pudieron ser parte del evento, lo que prueba una contradicción con los argumentos esgrimidos por el presidente de la ACFO respecto de la participación de personalidades.
Discursos de odio y homofobia en los carnavales
El activista e investigador David Aruquipa Pérez explica a Bolivia Verifica que este tipo de reacciones y amedrentamiento son propios de una sociedad conservadora, incapaz de aceptar cambios o transformaciones.
“Los discursos de odio salen porque hay una sociedad conservadora y homofóbica”, dice y agrega que cada caso se constituye en una “excusa” de una parte de la sociedad para mostrar su homofobia.
No obstante, el activista por los derechos de las personas LGBTI+ (lesbianas, gais, personas trans, bisexuales, intersexuales y queer), afirma que el tema de la preferencia sexual nunca fue un factor de exclusión, ni en el Carnaval de Oruro ni en el Gran Poder.
Sí reconoce que, históricamente, toda propuesta de cambio o transformación ha sido cuestionada en este tipo de eventos. “Los aportes suelen ser siempre provocadores”.
Recuerda así la participación en el carnaval de antaño en Oruro de las famosas “chinas morenas”, que en 1970 provocaron tanto asombro como rechazo.
Esta figura era representada generalmente por homosexuales que bailaban como miembros de la morenada usando polleras cortas y blusas escotadas. “Eran unas vedettes populares, pero con una propuesta estética hermosísima”, dice Aruquipa.
Durante las dictaduras militares, entre los años 70 y 80, la población homosexual fue expulsada de estas festividades, por lo que el rol de esta figura lo asumieron las mujeres.
Hoy, la figura de la china morena es representativa y tradicional del folklore nacional. “La consecuencia que demostraron ellas y el empuje que recibieron ha hecho que se continúe bailando hasta ahora”.
Sobre el argumento expuesto por el presidente de la ACFO, en sentido de que la participación de Franco y Ariel implicaba la distorsión de la danza, el experto recuerda que las festividades y toda acción cultural son dinámicas. “La fiesta no es un fósil que queda perenne en el tiempo… no”, sentencia Aruquipa, quien también lleva 22 años bailando en Oruro.
Darle credibilidad a ese argumento —dice— significaría que todas las agrupaciones participantes tergiversan cada año la festividad, porque “año que pasa, los trajes nunca son los mismos, no hay un estándar que diga ‘este es el original’”.
Un ejemplo de ello es, precisamente, la inclusión en la danza de la morenada de las chinas morenas: en los años 70, cuando no existían estas figuras, pudo haberse hablado de una tergiversación de la fiesta, pero ahora son parte de la tradición de esta danza y de la festividad.
Desde la perspectiva de Alberto Moscoso Flor, director ejecutivo de la Asociación Civil de Desarrollo Social y Promoción Cultural Libertad (Adesproc), el rechazo a ambos danzarines se debe a una afectación al estereotipo vendible y construido socialmente en la representación del cuerpo musculoso masculino.
Es decir, según esta percepción, la entidad a cargo de la organización de la festividad, no puede aceptar que “dos cuerpos musculosos, masculinos, fuertes, visiblemente ‘machotes’ y fuera del closet, que asuman su relación homoafectiva, puedan participar de un evento como el Carnaval de Oruro”.
Moscoso expone que la dirigencia de la ACFO no puede concebir que una pareja de esas características “rompa con su hegemonía de hombres”, porque va más allá de su constructo social y personal, atentando “a ese conservadurismo y el prejuicio que tienen respecto de sus propias vivencias y creencias sobre los roles” de género.
En un posteo en su cuenta en Facebook, el activista coincide con David Aruquipa en que la cultura no es estática, sino dinámica. “La cultura es progresiva de acuerdo con los contextos, no solo socioculturales, sino también económicos y tecnológicos como para apoyar su postura en argumentos como la modificación de la indumentaria o la afectación a la cultura”, dice respecto a la postura del presidente de la ACFO de rechazar la participación de los dos danzarines.
Considera que en este caso está “absolutamente clara la homofobia disfrazada de requisitos, veneración, cultura, devoción, tergiversación de vestimenta, entre los argumentos que se han vertido a partir de sus propias declaraciones”.
Si bien las declaraciones de Jacinto Quispaya Sánchez no apuntaron de manera directa a una comunidad como la LGTBI+, sí provocaron actos de discriminación; además, los argumentos utilizados para impedir el ingreso de los dos danzarines no se cumplieron en la Entrada del Carnaval de Oruro con otras personas.
Los mensajes y reacciones generados alimentaron peligrosamente las narrativas de odio en las redes sociales, no solo en contra de los dos danzarines mencionados, sino también de toda la comunidad LGTBI+.