400 personas se alimentan cada semana gracias a un comedor solidario en La Paz
Las y los beneficiarios son de todas las edades, algunos trabajan y otros están en estado de vulnerabilidad. La iniciativa lleva casi cuatro años y sus impulsores han logrado generar alianzas que garantizan su sostenibilidad. Dados los resultados, planean constituirse en una fundación para abordar problemáticas sociales.
Comerciantes minoristas, lustrabotas, albañiles y otros trabajadores que generan pocos ingresos económicos reciben almuerzo dos veces por semana gracias al trabajo y aportes de varios voluntarios. Pero también personas de la tercera edad o en situación de calle son beneficiarias de un proyecto paceño.
Carmela (nombre convencional) trabaja desde las primeras horas de la mañana lustrando calzados y vendiendo caramelos de menta, wira wira y jengibre. Su jornada laboral se extiende hasta que se pone el sol, gana aproximadamente Bs 40 a 50 por día, dinero que junta para sostener a sus hijos.
“No gano mucho y la plata no alcanza, este comedor es de gran ayuda para mí porque así ya no gasto en almuerzo y puedo ahorrarme esa platita. Además cocinan rico y siempre vengo”, comenta Carmela a Bolivia Verifica.
Otro de los beneficiarios es plomero y electricista, sale todas las mañanas con su maletín a buscar trabajos ocasionales. “A veces no hay trabajo y este comedor es un apoyo para nosotros. Pero no solo venimos los trabajadores, también hay abuelitas, abuelitos, personas que viven en la calle, niños; aquí nos alimentamos”.
El almuerzo se distribuye cada martes y jueves a las 13:00 después de hacer una oración para agradecer por los alimentos. La fila es extensa y aproximadamente unas 200 personas reciben la comida.
El proyecto se llama “La Paz sin Hambre” y su fundador es Fernando Pardo. La idea comenzó como una acción solidaria para ayudar a los más necesitados durante la pandemia, pero fue cobrando fuerza por la gran cantidad de gente a la que llega y porque la iniciativa ha logrado tejer un entramado de voluntarios y ayuda que lo ha hecho sostenible durante casi cuatro años.
Su modelo de trabajo se ha organizado de tal manera que siempre tienen cubiertos los recursos e insumos que necesitan para preparar los alimentos. También están las y los voluntarios que preparan y distribuyen la comida mediante un sistema que no les falla.
Por eso, inspirados en estos resultados, ya trabajan en convertir este proyecto en una fundación que propicie no solo una ayuda temporal y circunstancial a sus beneficiarios, sino que cambie las vidas de varios de ellas y ellos.
“Somos una agrupación y estamos tratando de obtener la personería jurídica para nuestro proyecto, pero aún nos faltan recursos”, indica Pardo, quien además apunta que ya planean construir una sede.
¿Cuándo empezó y cómo se sostiene?
El proyecto empezó a trabajar hace tres años y medio durante la pandemia del covid-19. “Veíamos que había mucha gente en la calle en estado de indigencia, alcoholismo o drogadicción. También llegaron muchos venezolanos; nos preocupó el cómo estas personas estaban sobreviviendo en plena pandemia. Fue ahí que nació La Paz sin Hambre; el nombre es porque somos de La Paz y queremos que esta gente deje de tener hambre”, dice Pardo.
El proyecto se sostiene gracias al aporte voluntario y anónimo de muchas personas, e instituciones pero para lograr esto se realizaron distintas campañas estratégicas de difusión en redes sociales.
Sin embargo, donar no es la única manera de ayudar. Carla Mejía y Vanesa se enteraron del proyecto mediante las redes sociales y decidieron cooperar cocinando.
Al igual que ellas, también prestaron su ayuda estudiantes del colegio María Auxiliadora, varias familias paceñas y otras personas más.
José Fernández es uno de los chefs principales de La Paz sin Hambre. En una visita al comedor lo encontramos preparando un guisado de pollo.
Mientras picaba unas cebollas de una forma profesional, le contó a Bolivia Verifica que trabajó en varios restaurantes reconocidos en el centro paceño, pero que el alcoholismo le ganó e incluso llegó a vivir en la calle.
Fernández conoció el proyecto La Paz sin Hambre en sus inicios y tras escuchar su historia, Pardo le invitó a unirse, desde entonces colabora con su talento en la cocina, lo que lo mantiene sano, activo y como un ciudadano que contribuye a la sociedad.
Un duro inicio y proyecciones a futuro
Conmovido hasta las lágrimas, Pardo cuenta lo duro que fue el inicio conseguir los alimentos para sostener su iniciativa. Él y una amiga salían muy temprano al mercado a recoger verduras desechadas en el popular mercado Rodríguez para poder usarlas en la preparación de las comida.
Sin embargo, todo fue mejorando, y casi cuatro años más tarde proyecta que este trabajo brinde también atención médica y psicológica, así como formación y capacitación en algún oficio, a las personas que lo requieran a fin de superar sus adicciones.
El proyecto se encuentra instalado en la calle Nicolas Acosta N: 574, cerca de la calle Boquerón en la zona de San Pedro. Todas las personas que deseen colaborar con alimentos, ropa, medicamentos o mano de obra pueden contactarse al 61109930 o mediante sus redes sociales haciendo clic aquí La Paz sin Hambre.
La importancia de este tipo de intervención
El representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, Onuaa, o más conocida como FAO (por sus siglas en inglés), Jorge Meza, indicó que en el año 2020 12,6% de los bolivianos pasaron hambre.
Este dato también fue reflejado por el sitio especializado en datos Statista, que indica que entre 2019 y 2021 13,9% de la población boliviana no consumía alimentos suficientes para mantener una vida activa y saludable.
Más infografías en Statista
A nivel regional la situación no es mejor; en noviembre de 2023 un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) indicó que “6,5% de la población de América Latina y el Caribe sufre hambre, es decir, 43,2 millones de personas”.
Este reportaje fue elaborado en el marco del proyecto de apoyo a la investigación periodística, enmarcado en Periodismo de Soluciones (PdS), desarrollado por la Fundación para el Periodismo y Bolivia Verifica con el apoyo de la National Endowment for Democracy (NED).